Uno de los grandes en la formación de la nacionalidad cubana fue José de la Luz y Caballero, pedagogo y filósofo que constituyó un formador de conciencias.

Nació el 11 de julio del año 1800, y desde joven se destacó por su interés en la educación. Logró escribir interesantes artículos en revistas, libros y otras publicaciones de la época, “ Aforismos” representó una importante obra de su trayectoria a través de la cual dio a conocer notas y reflexiones sobre su vida, pensamientos religiosos, patrióticos, científicos y humanos que a lo largo de la historia agigantaron su figura por la esencia que impregnó a la nacionalidad cubana.

En 1848 funda el “Colegio del Salvador” en el cual instrumeta métodos modernos de enseñanza, y en este ofrece a profesores y estudiantes su biblioteca de uso particular, brindando también clases de Alemán, Filosofía y Latín y llamando la atención por la inclusión de novedosas estrategias de investigación, influyendo en sus discípulos su carácter humanista.

Uno de sus más avanzados sistemas de aprendisaje como Maestro era estimular a sus alumnos a pensar por si mismos. Constituía un insoslayable principio de su concepción pedagógica al considerar que el punto de partida del conocimiento eran la experiencia y observación, y que el método experimental considerado por él, (como el único productivo), era lo que concebía como verdaderamente analítico y podía denominarse científico. Propuso un proyecto para crear un Instituto Cubano a modo de escuela práctica de ciencias, empeño que no pudo concretar, aunque procuró con sus alumnos proveerlos del sentido de elevación humana.

El pensamiento de Luz y Caballero se vincula a lo más peculiar y representativo de los filósofos europeos de los siglos XVII, XVIII y principios del XIX, al pensamiento progresista de entonces marcado por Descartes, Bacon, Newton, el iluminismo francés, y otras influencias de esas centurias.

Fue protagonista de polémicas filosóficas con también grandes personalidades como Domingo del Monte, el presbítero Francisco Ruiz, Manuel Costales, los hermanos Manuel y José Zacarías González del Valle, y Pedro Alejandro Auber, con este último debatía sobre problemas matemáticos.

Falleció en La Habana el 22 de junio de 1862, pero dejó un profundo legado a las pasadas, actuales y futuras generaciones. Hoy varias escuelas y bibliotecas del país llevan su nombre en honor a este grande de la historia de Cuba que nos ayudó a pensar y es considerado para su época, un precursor de ideas y pensamiento.

Foto: Tomada de Redes Sociales

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