Definir a La Habana resulta casi imposible. Cada uno tiene dentro de sí una Habana particular, creada con las experiencias, los sueños, las tristezas, alegrías y lugares que ha experimentado en esta ciudad. Desde Santa Fe hasta Guanabo, del Vedado a Santiago de las Vegas, cada espacio le aporta una imagen a este gran pixel que es la capital, como símbolo de toda Cuba. Y uno de esos elementos característicos es la arquitectura. Desde las resistentes edificaciones coloniales hasta la sobriedad de las contemporáneas.

Aunque a ratos, a veces demasiados, parezca desatendida, no deja de crecer. Y a pesar que hace años que los Van Van cantó aquello de que "La Habana no aguanta más", lo cierto es que no ha dejado de crecer, en ocasiones hacia la periferia, en otras hacia arriba. Porque si algo distingue a esta ciudad es albergar los edificios más altos del país, convirtiéndose también en símbolos de esta ciudad que también mira hacia arriba.

Basílica Menor del Convento de San Francisco de Asís Foto: Tomada de Habana Radio

Si bien su altura palidece en la actualidad, los 44 metros de la torre de la Basílica Menor de San Francisco de Asís constituyeron la cumbre de las edificaciones coloniales. No fue hasta la llegada del siglo XX que proliferarían construcciones residenciales y comerciales que poco a poco opacarían la altura de la torre eclesiástica, pero sin quitarle su condición primera.

Vendría así la Lonja del Comercio, que con la entrada del entonces nuevo siglo, dio una especie de pistoletazo de arrancada para la construcción de rascacielos. Y si bien hoy difícilmente los llamaríamos así, en esa época constituyeron prodigios de la ingeniería.

Algunos, además de por su altura, destacan por si silueta particular. Uno de ellos es el edifico López Serrano, que en su momento constituyó el edificio más alto de La Habana. Inspirado en los colosos neoyorkinos, fue inaugurado en 1932. Con 78 apartamentos, y 20 pisos en su torre central, contaba con todas las comodidades de la época. Construido por el empresario José Antonio López Serrano, del cual tomaría su nombre, tiene un estilo art decó. Entre sus huéspedes ilustres se encuentra Eduardo Chibás, uno de los políticos más destacado de su época, y que vivía en su torre cuando se suicidó.

Foto: Juventud Rebelde

La primacía del López Serrano duró hasta que el FOCSA se lo permitió, pues con sus 121 metros y 29 niveles desbancó al López Serrano. Su construcción, emprendida por la compañía Fomento de Obras Y Construcciones, Sociedad Anónima (FOCSA), fue resultado de numerosas investigaciones de todo tipo, que lo convirtieron en una de las maravillas de la ingeniería civil cubana. Consta de 373 apartamentos y asombrosamente no se emplearon grúas en su construcción.

Hotel Habana Libre, emblemática instalación de La Habana, ubicado en el Vedado. Foto: Marcia Ríos

En la silueta habanera destaca también el hotel Habana Libre, abierto al público en 1958. Con 25 plantas y casi 600 habitaciones, en su momento fue el hotel, as alto y grande de Latinoamérica. El mural de Amelia Peláez en su fachada y la estatua de Rita Longa en su vestíbulo le dan un toque de distinción en la cultura nacional. Inaugurado por el dictador Fulgencio Batista, paradójicamente sirvió de puesto de mando de la Revolución en sus inicios al alojarse Fidel en una de sus suites.

Y en un futuro cada vez más cercano, otro coloso compartirá el cielo habanero, es la llamada Torre de K que se levanta en 25 y K. Visible desde casi cualquier punto del Vedado. Con una altura prevista de 154 metros y 565 habitaciones, pretende erigirse en el hotel más alto de todos en la ciudad.

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