La victoria a la invasión de Playa Girón, o de Bahía de Cochinos, según el lado del Estrecho de la Florida que cuente la historia, ni se fraguó desde el 17 de abril ni fue por la traición de Kennedy. Decir eso sería reducir demasiado un hecho muy grande.

Desde 1959 se sucedían los ataques contra la Revolución, que tomaban todas las esferas de la vida: económico, ideológico y hasta armado. A medida que el proceso se radicalizaba aumentaba la intensidad y la violencia de las agresiones, hasta que el enfrentamiento armado directo era inevitable: el viejo mundo se resistía a morir mientras que el nuevo debía luchar por vivir.

Los ataques aéreos del 15 de abril fueron el preludio de la invasión. Pero lejos de destruir la ya escasa fuerza aérea cubana, puso en plena disposición combativa a todo el país, listos para enfrentar una agresión que a todas luces era inminente. La declaración del carácter socialista de la Revolución en el entierro de las víctimas del ataque solo hizo ponerle nombre a un proceso que cada día tomaba ese camino a la vista de todos.

Desde las primeras horas del 17 de abril, en que se produjo el primer encuentro entre invasores y milicianos, las fuerzas cubanas ejercieron control sobre el terreno. El Batallón 339 de Cienfuegos fue el primero enviado a la zona, y comenzó la defensa, que en poco tiempo se convirtió en ofensiva para liquidar las posiciones enemigas.

Desde los niños héroes de las piezas 4 bocas antiaéreas, hasta los pilotos de aviones que dominaron el cielo, pasando por cientos de tanquistas, soldados, policías y milicianos, todos dieron muestras de gran heroísmo en Girón. Para el 19 de abril, el Comandante en Jefe, que había dirigido las operaciones, redactaba personalmente el Comunicado No. 4 donde informaba que a las 5 y 30 de la tarde, Playa Girón, el último reducto enemigo, había sido tomado.

La Brigada 2506 invasora había fracasado. Convertidos en "héroes" por los que les pagaron, no pueden ocultar así su incapacidad para lograr su objetivo. El plan, diseñado cuidadosamente por la CIA, les planteaba la misión de lograr una cabeza de playa para proclamar un gobierno provisional y llamar una intervención directa de los Estados Unidos. Pretenden limpiar su culpa acusando a Kennedy de no apoyarlos.

Lo cierto es que eran 1 500 hombres fuertemente armados. Pistolas, fusiles, carabinas, subfusiles, ametralladoras, granadas y suficiente parque era con lo que contaba la infantería. Además, llevaban morteros, cañones sin retrocesos, explosivos C3 y C4, ocho aviones de transporte C46, seis aviones de transporte C54, 16 bombarderos B26, ocho bombarderos A26, cinco tanques M41, jeeps y camiones de artillería unido a ocho barcos y siete lanchas de desembarco.

La excusa de la supuesta falta de apoyo no se sostiene por ningún lado. La incapacidad propia, junto con el excelente desempeño de las tropas cubanas lideradas por Fidel Castro les impidieron controlar la cabeza de playa necesaria, mucho menos hacer el recorrido triunfal hasta La Habana que le habían prometido. Para comparación, solo 5 años antes, en diciembre de 1956, los expedicionarios del Granma, apenas 82 hombres solo con armas largas, derrotaron la tiranía batistiana que tenía el pleno respaldo americano.

Los invasores capturados, juzgados y condenados, fueron cambiados por medicinas y alimento, principalmente compotas, y el gobierno norteamericano obligado a pagar las indemnizaciones de guerra, aceptando tácitamente su implicación. La victoria cubana fue total, que ningún monumento a los perdedores de la 2506 puede opacar.

Foto: Archivo

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