Pocas personas han calado tanto, en tan poco tiempo, en el alma de un pueblo, como Camilo Cienfuegos.
Hoy se cumplen justo 90 años de su natalicio, en la barriada capitalina de Lawton.
Y es que la vida y el carácter de Camilo pareciera coincidir con los de cualquier cubano; pero enfundados en circunstancias especiales que lo hicieron convertirse en uno de los héroes más queridos de la Revolución.
Desde joven tuvo participación en actividades políticas, que incluso le llevaron a ser herido en una manifestación de homenaje al Titán de Bronce. Estar fichado como comunista (que era lo peor en esos
momentos) por los servicios de la tiranía y buscando mejoras económicas lo hacen ir a Estados Unidos, donde contacta con los grupos revolucionarios y va a México donde se fraguaba la Revolución. Señal
de amor por Cuba son las palabras que le escribió a un amigo suyo: “Mi único deseo, mi única ambición es ir a Cuba a estar en las primeras líneas cuando se combata por el rescate de la libertad y de la hombría”.
Y así que es que hace el último de la lista en el Granma, “por si alguien fallaba”. Lejos estaban de imaginarse que se convertiría en uno de los principales jefes militares del naciente Ejército Rebelde. Luego del desembarco y la emboscada sorpresiva de Alegría de Pío vaga con el grupo de Almeida y el Che, siendo este el comienzo de una amistad que trascendería a los libros de la historia cubana.
Enrolado en la expedición como soldado, alcanzaría el grado de Comandante, por su inteligencia y valentía puesta a prueba en decenas de combates. No por gusto el Che lo calificaría como un león, cuando resultó uno de los protagonistas de la invasión a occidente de 1958, orientada por Fidel, que reeditaba la realizada
décadas atrás por el Mayor General Antonio Maceo, el mismo nombre que llevaba su columna guerrillera, hasta entrar a La Habana, su ciudad natal, el 2 de enero de 1959, convertido en uno de los símbolos del triunfo, con su sonrisa y su sombrero.
Solo 301 días vivió luego del triunfo revolucionario. Escaso tiempo; aunque suficiente para quedar en la memoria del pueblo como uno de sus más entrañables líderes. Ejemplo de fidelidad, practicante
de la lealtad y defensor de la unidad, dedicó sus esfuerzos a consolidar el triunfo.
La consulta de Fidel a él no fue casual a alguien que estuviera a su lado. Al decir del Che, su jefe y amigo, “era la pregunta hecha a un hombre que merecía la total confianza de Fidel, en el cual sentía, como quizás en ninguno de nosotros una confianza y una fe absoluta”. Y así como hoy celebramos la corta vida de 27 años intensos que tuvo Camilo Cienfuegos, deberíamos celebrarla siempre teniendo su ejemplo presente.
Pocas personas han calado tanto, en tan poco tiempo, en el alma de un pueblo, como Camilo Cienfuegos.
Hoy se cumplen justo 90 años de su natalicio, en la barriada capitalina de Lawton.
Y es que la vida y el carácter de Camilo pareciera coincidir con los de cualquier cubano; pero enfundados en circunstancias especiales que lo hicieron convertirse en uno de los héroes más queridos de la Revolución.
Desde joven tuvo participación en actividades políticas, que incluso le llevaron a ser herido en una manifestación de homenaje al Titán de Bronce. Estar fichado como comunista (que era lo peor en esos
momentos) por los servicios de la tiranía y buscando mejoras económicas lo hacen ir a Estados Unidos, donde contacta con los grupos revolucionarios y va a México donde se fraguaba la Revolución. Señal
de amor por Cuba son las palabras que le escribió a un amigo suyo: “Mi único deseo, mi única ambición es ir a Cuba a estar en las primeras líneas cuando se combata por el rescate de la libertad y de la hombría”.
Y así que es que hace el último de la lista en el Granma, “por si alguien fallaba”. Lejos estaban de imaginarse que se convertiría en uno de los principales jefes militares del naciente Ejército Rebelde. Luego del desembarco y la emboscada sorpresiva de Alegría de Pío vaga con el grupo de Almeida y el Che, siendo este el comienzo de una amistad que trascendería a los libros de la historia cubana.
Enrolado en la expedición como soldado, alcanzaría el grado de Comandante, por su inteligencia y valentía puesta a prueba en decenas de combates. No por gusto el Che lo calificaría como un león,
cuando resultó uno de los protagonistas de la invasión a occidente de 1958, orientada por Fidel, que reeditaba la realizada décadas atrás por el Mayor General Antonio Maceo, el mismo nombre que llevaba su columna guerrillera, hasta entrar a La Habana, su ciudad natal, el 2 de enero de 1959, convertido en uno de los símbolos del triunfo, con su sonrisa y su sombrero.
Solo 301 días vivió luego del triunfo revolucionario. Escaso tiempo; aunque suficiente para quedar en la memoria del pueblo como uno de sus más entrañables líderes. Ejemplo de fidelidad, practicante
de la lealtad y defensor de la unidad, dedicó sus esfuerzos a consolidar el triunfo.
La consulta de Fidel a él no fue casual a alguien que estuviera a su lado. Al decir del Che, su jefe y amigo, “era la pregunta hecha a un hombre que merecía la total confianza de Fidel, en el cual sentía, como quizás en ninguno de nosotros una confianza y una fe absoluta”. Y así como hoy celebramos la corta vida de 27 años intensos que tuvo Camilo Cienfuegos, deberíamos celebrarla siempre teniendo su ejemplo presente.
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