El pueblo de Cuba no olvida a sus héroes y mártires. El levantamiento del 30 de noviembre en Santiago de Cuba representó un acontecimiento de infinito heroísmo; las calles de esa región del oriente cubano fueron convertidas en hervidero revolucionario y escenario de lucha contra uno de los regímenes más sangrientos del hemisferio americano, el encabezado por Fulgencio Batista que enlutó a miles de familias de esta tierra de titanes.
Estaba previsto para esa fecha el desembarco del yate Granma con 82 expedicionarios procedentes de Tuxpan, México, y liderados por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz. Luego de una etapa de preparación y organización en esa hermana nación embarcaron desde tierra azteca estos aguerridos hombres prestos a combatir a la dictadura impuesta en su país la cual, además de represiva y profundamente corrupta, mantenía en la más extrema pobreza, discriminación social y racial, a la inmensa mayoría de los cubanos.
Ante las inclemencias del tiempo y la caída al agua de uno de los integrantes del buque, la embarcación no pudo avanzar como estaba previsto y llegar a la Isla el día 30, fecha en que Santiago estaba lista con su uniforme verde olivo para resistir a las huestes batistianas y de esa manera dispersarlas con el fin de viabilizar el desembarco de los expedicionarios.
A pesar de los encomiables esfuerzos por tocar suelo patrio en el tiempo establecido, no fue hasta el día 2 de diciembre que pudo lograrse ese objetivo por la zona de Las Coloradas, lo cual iniciaría una espinosa travesía hacia los confines de la Sierra Maestra, no sin antes ser víctimas de la metralla y los fuertes enfrentamientos con el enemigo, al perderse el factor sorpresa.
La tiranía comenzó una implacable persecución de los combatientes, asesinando a varios de los jóvenes que no lograron llegar a lo intrincado de la Sierra Maestra, otros extraviados en inhóspitos lugares fueron también ultimados, y el resto disgregado ante el acecho del ejército. Fidel con un grupo de combatientes, otros desorientados por las adversidades de la Naturaleza y el asedio de tropas batistianas enrumbaron camino hacia las montañas como estaba previsto para continuar la gesta emancipadora con el compromiso de vencer o morir en el empeño.
Mientras, en Santiago se había generado contra los combatientes del Movimiento 26 de Julio una cruenta represión, la feroz cacería trajo consigo el asesinato de Otto Parellada, Pepito Tey y Tony Alomá, entrañables revolucionarios y compañeros de lucha clandestina del Jefe de Acción y Sabotaje del M- 26-7, el joven maestro Frank País, organizador principal de esa epopeya y hombre de confianza de Fidel.
Honrar, Honra, dijo el Apóstol, y los caídos ese 30 de noviembre de 1956 irrigaron con su sangre la indetenible decisión del pueblo de Cuba de ser libres o mártires. Perdurarán por siempre en la memoria de este noble y valeroso país que no escatimará esfuerzo ni sacrifico alguno por sustentar su independencia.
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