Les vimos partir un día hacia África y simplemente eran mamá, padre, hijo, hermano, primo, amigo, Pedro, Juan, Vicente o sencillamente un compatriota de nombre desconocido, esto último en el más remoto de los casos porque ¿qué cubano no tiene en lo personal a un cercano internacionalista?

Luego le vimos regresar y aunque seguían siendo nuestros allegados, podíamos tocarle y dialogar, le veíamos tan iguales como siempre, con nuestras mismas virtudes y defectos, para entonces ya eran héroes. Desgraciadamente, algunos no pudieron regresar; les trajimos, también héroes, y también por siempre mártires.

Desde el rico continente negro llegaron sus restos a la Patria. Lo único que nos llevamos, y con aquel gesto solemne, reverencial, de profunda gratitud, nació en 1989 una tradición, que nunca abandonaremos.

Cada 7 de diciembre, la Operación Tributo vuelca a toda Cuba hacia los cementerios y en el Panteón a los Mártires Caídos en misiones internacionalistas en tierras africanas, familiares, amigos, integrantes de la ACRC, trabajadores, jubilados, amas de casas y pioneros, les rinden el más sentido de los homenajes.

La fecha, ya de por sí especial, multiplicó su trascendencia. Ahora cada 7 de diciembre, Maceo y su ayudante Panchito Gómez Toro, se levantan y vuelven a ganar batallas, al mando de su tropa, ahora reforzada con mambises de estos tiempos.  Y mientras el Titán dicta las órdenes y los paraguayos centellean, los cubanos nos sentimos confiados, con los héroes y mártires que nos acompañan.

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