De muchas maneras es recordado, Camilo Cienfuegos en la Historia. Ya sea como “El Comandante del Pueblo”, “El Señor de la Vanguardia”, “El Héroe de Yaguajay”, “el héroe del sombrero alón” o como un hombre de carácter jovial y destacado revolucionario.

Cada año se rinde homenaje a este sencillo hombre, cuya desaparición física, el 28 de octubre de 1959, entristeció al pueblo cubano. Luego de tantas duras batallas libradas junto a sus compañeros para lograr el triunfo revolucionario, murió de forma inesperada con solo 27 años, cuando viajaba en avión por cuestiones de trabajo, y cae al mar. 

Los restos de Camilo nunca fueron encontrados, no obstante, cada 28 de octubre, niños, jóvenes y adultos se dan cita para lanzar flores en su honor. Pero en estos tiempos de coronavirus se recordará sobre todo a través de las redes sociales, pues el distanciamiento físico resulta imprescindible, por lo que no habrá matutinos especiales en las escuelas, ni multitudes de personas para homenajearlo; aunque no faltarán ofrendas de quienes, en representación de sus colectivos, llegarán a costas, ríos, cañadas y presas para cubrir de flores las aguas.

Camilo Cienfuegos se reúne con Fidel Castro en Bayamo y le informa sobre la situación en la capital del país, donde poco antes se había hecho cargo del Campamento Militar de Columbia. Fuente: Universidad de Holguín. Fecha: 03/01/1959 Foto: Sitio Fidel soldado de las ideas

Camilo nació el 6 de febrero de 1932 en el barrio de Lawton. Era el hijo menor de tres hermanos, cuyos padres fueron los españoles Ramón Cienfuegos y Emilia Gorriarán.

Desde niño le gustaba el deporte, en especial la pelota. Al principio le costaba mucho trabajo jugar y nadie lo quería en su equipo, pero se esforzó tanto que en 1947 participó en el campeonato intercolegial. 

Poseía una enorme aptitud para cualquier actividad física, pero su más anhelado sueño era ser escultor. Al culminar la Primaria Superior ingresó en la escuela de arte de San Alejandro, donde realizó algunos dibujos a lápiz y bocetos al carboncillo, y modeló una escultura del dios griego Apolo. Pero pronto tuvo que abandonar los estudios y trabajar en una sastrería por los problemas económicos de su familia. 

Se distinguía por ser caballeroso, respetuoso y sincero. Disfrutaba bailar, la poesía, los libros de Historia de Cuba y de otros países. En los tiempos de guerrilla llevaba en su mochila algunos libros como: El Generalísimo de Benigno Bouza y Biografía de Antonio Maceo de José Luciano Franco.

Dicen que era muy bromista y bajo ninguna circunstancia perdió su sentido del humor, y siempre aprovechaba cualquier oportunidad para demostrarlo. Pero, por sobre todas las cosas deseaba fervientemente la libertad de Cuba y estaba dispuesto a hacer cualquier cosa para lograrlo, y así lo hizo, hasta el fin de su corta existencia.