Kmilo 100fuegos

Justo cuando pareciera haberse escrito o dicho todo sobre un hombre de talla inmensa, conocido y amado por un país en pleno, el calendario apura sus primeras páginas y llega el 6 de febrero, el mismo día que en 1932, vio nacer a Camilo Cienfuegos Gorriarán, quien con solo 27 años era ya el Comandante del pueblo.

Múltiples anécdotas son conocidas sobre su cubanísima conjunción de humor, disciplina, coraje y ternura que le hizo ganarse la simpatía de todos cuantos le conocieron y sostener la tradición invariable de depositar flores en el mar, en su nombre, cada octubre. Conocida también la febril, pero madura determinación de luchar por Cuba hasta las últimas consecuencias, manifiesta en una de las misivas a su amigo José Antonio Pérez (Joe): “(…) mi única ambición es ir a Cuba a estar en las primeras líneas cuando se combata por la libertad y la hombría. (…) Cuba en estas horas negras, necesita de cada ciudadano, de cada hombre, su mayor esfuerzo; el mío es y será pequeño, pero será íntegro para ella (…)” 

Pero quizás no todos sepan que, siendo un niño, el 20 de marzo de 1945, recibió la condición Beso de la Patria, la misma que hoy muchos pioneros añoran, pues reconoce el buen comportamiento y lo sobresaliente de las calificaciones. Así era Camilo; un joven delicado que decidió, con su primer salario, regalarle a su madre un televisor, aún conservado en la casa natal: Pocitos No. 228, Lawton, Diez de Octubre. Allá también son resguardados la máquina de coser Singer, su bate de béisbol, algunas fotografías que demuestran su participación, junto a su familia, de la sociedad naturista Vida, con sede en Guanabacoa, y el fusil Garand M1, usado por él en la Sierra Maestra.

Quedan, quizás, muchas cosas por descubrir sobre su breve, pero intensa vida, tan versátil como sus múltiples maneras de firmar sus cartas, una de las cuales nombra este trabajo.