No son solo obras de estreno que sobresalen por la belleza de su arquitectura, sino espacios cuidadosamente concebidos para ensanchar el alma, el respeto y el orgullo de los habaneros por su ciudad.
Con esta premisa –la que siempre les distingue-, se volcaron los colectivos de la Oficina del Historiador en la remodelación de los respectivos museo del Ferrocarril, del Automóvil y de los Bomberos; también en nuevos objetos de obra en el de Música sacra, Basílica menor y Convento de San Francisco de Asís; en el Palacio de Gobierno, y en la sala polivalente del Palacio de los Capitanes Generales, todos situados en el capitalino municipio de La Habana Vieja, cual regalo especialísimo al 500 cumpleaños de la Villa de San Cristóbal.



El Museo del Ferrocarril de Cuba, en la calle Cristina, reabre al público tras una reparación capital que abarcó tres años, pues fue preciso rehacer todas sus estructuras vitales, así como trabajar en algunas locomotoras; entre estas se encuentra La Junta, considerada la más vieja conservada en Cuba, en Iberoamérica y el Caribe, al decir de la directora de la institución, Mercedes Herrera Sorzano.

En el Palacio de Gobierno, construido en 1763, se realizó una intervención capital en la década de los noventa del pasado siglo y ahora tuvo lugar otra que comprendió áreas como el salón de los Pasos Perdidos, el Hemiciclo y las fachadas que resguarda ese sitio de tan alto valor patrimonial e histórico, donde radicó la primera cámara de representantes antes de erigirse el Capitolio, según explicó la ingeniera Bertha Verdecia, al frente del grupo de inversiones Plaza Vieja.


La inauguración del salón blanco en el Convento de San Francisco de Asís completa las obras terminadas en el área que ocupa el llamado Claustro Sur; dicho salón acogerá uno de los espacios expositivos más grandes de la urbe, para muestras transitorias de artistas jóvenes contemporáneos, la realización de las bienales, entre otros fines, al decir de su directora Leisbel Cespón Castro.


El museo está con todas sus salas permanentes montadas, la colección de arte religioso católico, con piezas muy importante de un exquisito valor museológico y artístico, pertenecientes tanto al antiguo Convento de San Francisco de Asís y al Convento de Santa Clara, como a diferentes iglesias de la ciudad.

Dotada de 58 capacidades quedó la sala Polivalente del Palacio de los Capitanes Generales, la cual permite, al decir del director de Patrimonio Cultural en la Oficina del Historiador de la Ciudad, Michael González, preservar la memoria de La Habana y la nación. Consta de pantalla cóncava y proyector láser, ambos de moderna tecnología, para el desarrollo de conferencias, ponencias, presentaciones de libros y otras actividades culturales.

Por su parte, los respectivos museos de los Bomberos y del Automóvil son verdaderas joyas que atesoran piezas e información gráfica de gran atracción para el visitante.

Al recorrerlos, el Primer Secretario del Partido en La Habana Luis Antonio Torres Iribar, acompañado del Presidente del Gobierno en la capital Reynaldo García Zapata, manifestó su admiración por el desempeño de la Oficina del Historiador, colectivo “donde se aprecia el amor que ha sembrado el historiador Eusebio Leal en cada uno de ustedes, y por el futuro de La Habana”.


Aseguró cómo lo hecho aquí –refiriéndose a la ciudad en su conjunto- es una especie de introducción en la gran batalla que tenemos todos por esta urbe, y que vasta caminar las calles donde están las obras entregadas durante esta jornada, “para sentir a La Habana real y espiritual, donde mucho se ha hecho desde el amor y la unidad”.

Momentos antes, en una breve conversación telefónica con Eusebio Leal, Torres Iribar transmitió la felicidad de cada uno de los presentes por esta jornada de lujo, cuyo mayor regalo fue permitirnos aquilatar cuánto se ha hecho para rendir tributo a la historia, al tiempo, y al patrimonio de La Habana.
“Son ustedes trabajadores incansables, han hecho grande a su país desde su trabajo”, aseveró el primer secretario del Partido en el territorio, quien recordó la impronta dejada por la Oficina en el resto de las ciudades patrimoniales de Cuba.