Se dice que la familia es el embrión de la sociedad y yo añadiría que es la Patria pequeña de aquellos núcleos de personas con vínculos sanguíneos comunes.
Yo nací y me crie en un concepto muy sagrado en cuanto a la familia; desde que nacías se te enseñaba a identificar a los tuyos, a darles una importancia especial a aquellos seres, a categorizar de forma generacional cada miembro familiar, quienes eran tus seres más cercanos y los más lejanos.
Las reuniones familiares en vista a cualquier celebración eran esperadas con las más altas expectativas y alegrías, su punto de confluencia era la mesa con una siempre cena exquisita sin importar las mayores o menores posibilidades. El reencuentro entre los jóvenes primos era un acontecimiento seguido con especial atención de los mayores. Y la debida rendición de cuentas de cada miembro al resto acerca de su estado actual, trabajo, logros y aspiraciones.
Atrás, muy atrás, quedaron esas figuras cimeras o líderes familiares que se echaban a sus espaldas todo el acontecer de la familia, problemas, enfermedades y cualquier asunto de turno, eran los guerreros que para ellos no había obstáculos que vencer y que abrigaban todo un cúmulo de grandes experiencias y vivencias, lo cual hacía que sus figuras ya bien fueran hombres o mujeres se ganaban el inmenso respeto por todos.
Es cierto que los tiempos han cambiado y tenemos que rediseñar nuestras vidas asumiendo los cambios, adaptarnos a la dinámica que nos impone la actualidad y aun así sigue siendo la familia un baluarte insustituible, sumamente necesaria.
Cuanta pena se siente por aquellos que por diversas circunstancias de la vida no disfrutan de este placer único, de ese orgullo, de tener y contar con una familia sanguínea y se han visto obligados a sustituir la inexistencia de ella por los amigos que van apareciendo en la vida.
Por otro lado, cuánto interés despierta en todos conocer los vínculos familiares de figuras públicas en el mundo, ya bien sea de un renombrado artista, médico, filósofo, científico, intelectual o político, cuánto morbo despierta en algunos conocer las interioridades familiares de estas figuras.
Desde la familia se enseña a amar, a respetar a los que nos rodean, desde la familia se enseña a luchar sin tregua por cada objetivo, es la familia en cualquier tiempo la que nos da el impulso para vencer hasta las enfermedades, la que nos da el aliento para alcanzar las metas propuestas y nadie como ella disfruta a plenitud los triunfos y llora con nosotros las decepciones.
Es la familia a la que verdaderamente le duele tu dolor y quien se alegra con total sinceridad de tus logros.
Doy mi voto por la lucha de conservar sagradamente la familia y recuperar las hermosas tradiciones y costumbres de las cuales debemos sentirnos orgullosos.
(Tomado del perfil de Facebook de Joaquín Betancourt Jackman)
Ver además: