Poco entusiasta de los deportes y aún menos entendida de ellos, ayer me senté a ver el juego del team Asere. Más que el juego en el terreno caliente, estaba con Cuba, porque eso debiéramos compartir todos, aún cuando las diferencias políticas estén presentes y deben ser respetadas.

En lo de ayer perdieron más quienes vociferaron a cajas destempladas contra su propia gente, quienes hicieron del encuentro un espacio para sacarse de adentro tanta fanfarronería, ahora a más de 90 millas de distancia.

Compadre, así no. Así no se convence. Quien grita en contra de los suyos raramente será de fiar. Ayer fue la muestra de la más bochornosa marginalidad que parece no tener fin en estos tiempos difíciles, difíciles como ningún otro. Gente que pudo ser vecino de la cuadra, compañero de trabajo, familia, amigo del aula, ahora gritando a vena saliente contra uno mismo, porque eso es team Asere en su expresión más hermosa: cubanos de aquí y de allá, cubanos a fin de cuentas.

Si tanto hablan de que Cuba les duele, también a los de acá nos duele tanta sin razón que nos separa de la manera más tonta: la de la chancleta, la guapería solariega, la palabra grosera. La del no raciocinio. La del divide y vencerás.

Se esté donde se esté, se haya elegido un destino u otro y eso no admite crítica porque a cada quien asiste la libertad de elegir donde vivir, lo importante es no perder el cordón umbilical de donde se nació, porque el que niega su pasado, su origen, la fuerza tremenda de ser parte de lo que lo define, pierde la raíz misma de su identidad.

Si team Asere perdió esa batalla, no ha perdido la guerra.

(Tomado del perfil de facebook de Iraida Calzadilla)

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