Hace pocos minutos en una céntrica esquina del Vedado, un joven fue rodeado y apresado por una multitud de personas que, ante los gritos de auxilio de un señor mayor, interceptaron al carterista en cuestión.

Llamaba la atención la detención y la manera de neutralizar al carterista, durante varios minutos hasta la llegada de la Policía, y la repuesta popular: en nuestra sociedad no hay tolerancia para abusadores. Porque robos hay, y habrá, quizás hasta en medio de conflicto nuclear. Pero el hecho de poner en peligro la vida de personas mayores, los más vulnerables de nuestra sociedad, es un hecho que irrita y duele, que estruja y provoca rabia.

No es el primer hecho en días recientes en que un anciano o anciana es atracado por un joven, que casi siempre en posición de fuerza le roba la cartera, la billetera, un vuelto antes de poder guardarlo, una bolsa con comida, bolso etc, y donde va implícito un empujón, un arañazo, un golpe y más. Eso conduce a que nuestros ancianos pasen por un momento angustioso y puedan tener alguna reacción indeseada, incluso mortal.

La respuesta que acabo de ver por transeúntes, del taxista que paró a ayudar, y de todos los que ayudaron y auxiliaron al anciano vejado, me da la medida que aún con carencias, asfixia y apagones, somos una sociedad justa y digna, muy humana.

Sería recomendable para quienes optan por robarle a indefensos ancianos en plena calle, que también lo intentaran con alguien en buena forma física, como por ejemplo con un fuerte y joven carnicero de un agro mercado, donde este sostuviera un cuchillo en la mano por cuestiones de trabajo claro. A ver si son tan guapitos y bravucones.

¡Abusadores que son caraj….!

Foto ilustrativa.

(Tomado del perfil en Facebook de Oni Acosta Llerena)

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