Esta mañana salí a comprar viandas para hacerle un caldo a mi hijo y en unas de las placitas del Camino de la Habana, me detuve. En la pizarra ofertaban malangas a veinte pesos la libra, plátanos de fruta a quince pesos, puré de tomate a veinticinco pesos la botella, guayabas....pido malangas, guayaba, plátanos, cilantro, puré de tomate y calculo que mi compra equivale a ciento veinte pesos aproximadamente, sin embargo cuando voy a pagar el placero me dice, ¡Son doscientos treinta pesos! ¿Cómo? Sí, los precios que usted ve en la pizarra, son para inspectores, pero los precios son diferentes. Me pregunto qué harían los otros, cómo reaccionarían, yo llegué a casa con mi jabita e hice el caldo a mi hijo y escribo este post. Es probable que debía llamar a los inspectores o policías y denunciar al vendedor, pero sigo preguntándome ¿Soy yo la que debo velar porque no se alteren los precios?¿Me corresponde a mi denunciar? ¿No existe un cuerpo de inspectoras e inspectores que reciben un salario para eso? ¿Cómo mismo me ocurrió a mi, no le ocurre a todos los que compran? ¡Y todos nos quedamos de brazos cruzados, buscando culpables, callando en el imperio del silencio. Siento que estamos totalmente desprotegidos en esta selva y que nadie hará nada por nosotros, ni nosotros mismos.

(Tomado del perfil de facebook de Saily Alba Alvarez)

Vea también:

Vergüenza contra basura