Ayer por la mañana, en el Quince y Medio, corrimos hacia la parada y de prisa subimos a la guagua. Con el apuro y porque se parecen confundí dos billetes de cinco pesos con otros de 500. Pudo el chófer aprovechar mi descuido, pero me llamó y devolvió el dinero, tal vez la mitad de su salario mensual. "Gracias mi hermano", le dije y desaparecí emocionado entre el grupo, sacos repletos de mangos, jabas con pescados y gente sudorosa a quienes mucho admiro. Era la guagua que cubre el trayecto de Júcaro a Ciego de Ávila.

(Tomado del perfil de facebook de José Antonio Quintana Gacía)

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