Terminó esta larga travesía de más de 150 horas de viaje entre dolor, tristeza, esperanza, voluntad, amor, miedo, miradas hacia ese lugar que robó tanto en tan poco tiempo. Terminó un viaje entre madrugadas enteras esperando la noticia que todos queríamos escuchar. De un amanecer de polvos y entre la pregunta: ¿Apareció alguien?

Terminó también la espera dolorosa. Terminó el aliento cansado, el latido con prisa, el sudor recurrente, las lágrimas creando surcos en la memoria.

Terminó la búsqueda. El nudo en la garganta. Ya ellos, los 45 del Saratoga, han encontrado el camino a la verdad, allí a donde muchos se resisten a ir, pero que a todos nos toca. Y a ellos les tocó irse y de sorpresa, de repente, en el susto, en una salida sin despedida y sin abrazos. Sin saber que salían a un viaje sin retorno a este lado de la vida.

Ahora, solo espero que puedan descansar. Porque sé que los que se quedan de este lado, en el de la vida, la tienen bien difícil porque esa explosión les robó mucho más que un cuerpo; les robó el beso, al padre, al abuelo, el cuento antes de dormir, al primo de la infancia, al hermano de las confidencias, la foto feliz de todos juntos este fin de año, la mirada pícara.

Ahora pienso en los que se colaron en mi corazón porque era el único lugar para darle un abrazo y decirles aquí estoy y sigo. Pienso en Leonardo, en Misael y Lisandra, en Amanda, en Marjorie, en Sultán sin María, en la niña sin sus padres, en la madre sin su hijo, en la familia que jamás querrá pasar por aquí, en el juego de pelota pendiente, en la boda sin realizar.

Pienso en todos los que aquí aprendí a querer en medio de tanto dolor, porque ese mismo dolor nos unió, como unió a toda Cuba. Pienso en Ismael, Giselle, Yanet, Gloria, Marlon, Francisco, Diango, Juan, Livan, Ariana, Ivonne, Lauren y sus hijos, Olivera, Javier, Alfredo, Cristian, Glober y Aliesky, y en los que integran esta lista de gente linda que ama salvar vidas.

Pienso en esos héroes en cuatro patas que buscaron hasta el último momento. En la familia de la camarera del Saratoga. En los seres de luz que desde diferentes partes estuvieron presentes.

Pienso en la parte del corazón que dejo aquí.

Es cierto, terminó todo lo que comenzó ese fatídico 6 de mayo aquí en el destrozado Hotel Saratoga. Pero me quedo con todos los lindos mensajes que en público y en privado recibí, todos llenos de eso bello que nos dignifica: el amor y la solidaridad. Prometo tratar de responderlos todos, pero aquí va ese beso y abrazo que les doy a todos por el ejemplo de cubanía de pura cepa que me dieron.

A los que aún sufren, porque es inevitable no hacerlo, mi deseo de que DIOS de calma al corazón y fortaleza al espíritu.

(Tomado del perfil de facebook de Dairon Rhc)

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