Los Leones de Industriales miran el horizonte mientras preparan sus garras para la batalla que se avecina. El rugido está contenido, pero se siente vibrar bajo el peso de la historia y el ímpetu de volver a lo más alto del podio.

El histórico estadio Latinoamericano aguarda. El balance de 20 victorias y 20 derrotas que alcanzaron en la fase regular no cuenta toda la historia, es solo la antesala de lo que está por venir.

Los playoffs son otra cosa, una realidad paralela donde el peso de la camiseta y el fervor de la grada pueden inclinar la balanza a favor de quienes han sido reyes doce veces en las Series Nacionales.

Por estos días, el estratega Guillermo Carmona traza planes y define estrategias, consciente de que el tiempo de espera puede ser un aliado o un enemigo, mientras Alexander Malleta afina la puntería de sus pupilos, recordándoles que el poder está en la constancia y la mente fría cuando el juego se decide en un batazo.

Por su parte, José Elósegui, entrenador de lanzadores y experimentado guía en lides internacionales, trabaja sin descanso para mantener la precisión de los brazos capitalinos.

Con un cuerpo de pitcheo que logró la tercera mejor efectividad del torneo (4.66) y lideró en ponches propinados, Elósegui sabe que la clave estará en el control de los lanzadores abridores y el temple de los relevistas.

Las Tunas o Ciego de Ávila, esa es la disyuntiva. Poco importa el rival. La mística industrialista está por encima de cualquier nombre o historial.

Si son los Leñadores, habrá que cobrarse la deuda de una temporada en la que se impusieron en siete de ocho enfrentamientos. Si son los Tigres, el desafío será monumental: el único equipo con récord positivo contra los azules en la historia del béisbol cubano.

Industriales ya cerró su calendario, y aunque el descanso puede ser un arma de doble filo, también brinda la posibilidad de recuperar a sus figuras tocadas físicamente. La energía acumulada se convierte en ventaja si se logra mantener la forma física. El cuerpo técnico lo sabe y trabaja en mantener el ritmo con sesiones de entrenamiento intenso y simulacros de juego real.

El poderío ofensivo ha sido una de las cartas de triunfo de los capitalinos. Con un promedio colectivo de .302 y 25 cuadrangulares, se erigen como el segundo equipo más jonronero de la Liga Élite. Sin embargo, el talón de Aquiles sigue siendo la incapacidad de remolcar corredores en posición anotadora, donde el 25.15 % de efectividad deja espacio para la mejora.

La defensa, a pesar de sus 49 pifias, mantiene un average de .966, el tercero del torneo. El equipo sabe que en las semifinales no habrá margen para errores en momentos cruciales. Cada jugada debe ser impecable, cada atrapada, precisa.

Más allá de las estadísticas, hay algo que trasciende en el ambiente industrialista: la convicción de que los playoffs son tierra fértil para la mística. Cualquier titubeo puede costar la vida deportiva, pero su dirección sabe cómo templar el carácter de un conjunto acostumbrado a las grandes batallas.

Y en el corazón de La Habana, los aficionados también aguardan. La hinchada azul sabe que su aliento puede marcar la diferencia cuando el duelo se torne épico. Se escuchan los ecos de antiguas conquistas, de jornadas gloriosas en las que el rugido del león silenciaba cualquier adversidad.

Los días de espera se convierten en cuenta regresiva. Industriales está listo para enfrentar a quien se atreva. No importa el contrario ni el pasado reciente: el presente es azul, y el horizonte, una promesa de batalla en la que los Leones buscarán revivir su leyenda. Nos vemos en el estadio.

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