«Para mí, soy un campeón olímpico», confesó hoy desbordado de felicidad el cubano Rafael Alba, arropado por la majestuosidad del Grand Palais en París, donde dejó su huella conquistando por segunda ocasión consecutiva una medalla olímpica de bronce en taekwondo.
Acaba el santiaguero de protagonizar una de las actuaciones mayúsculas de la delegación de la Isla en la Ciudad de la Luz. Frente a gigantes de más de 80 kilogramos libró batallas memorables, la última sometiendo con claridad al croata Ivan Sapina en dos asaltos (6-1 y 9-0) para subir al soñado podio.
Se presentó Alba por última vez en el emblemático recinto con la intención de no dejar respirar a su rival. Atacó desde el primer minuto sin tregua… quería el bronce como despedida de una carrera de dos décadas, marcada por un par de títulos mundiales.
Dirigió sus ataques con certeza, trabajó sobre las debilidades del oponente -también medallista en lides universales-, que no encontró respuestas para cambiar la historia.
En el camino había quedado el turco Emre Kutalmis Atesli. Solo el británico Caden Cunningham pudo desviarlo de la senda dorada, pero lejos de flaquear, regresó con más fuerza para vencer en el repechaje a Abdoul Issoufou, nacido en Níger y con varios premios de nivel en su expediente.
(Tomado de JIT)
Ver además:

![[impreso]](/file/ultimo/ultimaedicion.jpg?1761398542)