Los felinos de Industriales ya vencieron su primer obstáculo en esta joven Serie Nacional 62, al dominar el duelo particular contra los Tigres de Ciego de Ávila, un equipo que tiene el privilegio de ser el único que presenta balance favorable ante ellos en el enfrentamiento histórico.

Algunos aficionados podrán alegar que ya no está en esa tropa Yander Guevara, un lanzador que los venció 17 veces en su carrera y que se ganó el mote de “El Domador de Leones”, pero lo cierto es que los muchachos de Guillermo Carmona han salido al ruedo con otra cara en esta temporada a pesar de algunas ausencias importantes.

Mucha motivación ha podido apreciar Tribuna de La Habana en conversación con los atletas durante estos pleitos en el Coloso del Cerro, y aunque la defensa no ha estado a la altura en estos primeros desafíos, los otros parámetros de juego se han comportado dignos de un equipo que solo tiene un objetivo en mente: ganar la corona.

Trece años de sequías es demasiada espera para el conjunto que se vanagloria de ser el más ganador en la historia de nuestras Series Nacionales, y de eso está consciente un colectivo de dirección que aunque se dio el lujo de prescindir de un técnico de la talla de Lázaro Valle, está bien armado para potencializar las herramientas de sus pupilos.

Carmona puede dormir tranquilo y dedicarse a trazar estrategias en los partidos cuando está rodeado de hombres como el entrenador de bateo Alexander Malleta, los entrenadores de pitcheo José Elósegui y Javier Gálvez, y los coach de líneas Juan Francisco Cuellar y Javier Dreke, dos hombres que vienen juntos de los tiempos de Metropolitanos y que forman un tándem muy sincronizado.

Este grupo lo redondea el coach de banca Enrique “Pipo” Rojas, un profesor de la Universidad de Ciencias de la Cultura Física y el Deporte, quien ha diseñado una preparación novedosa, acorde con la las líneas del béisbol internacional.

Por supuesto que aún es muy temprano para sacar conclusiones, pero más allá de victorias o derrotas, es placentero observar la unión del colectivo, ver a los peloteros utilizar la velocidad en las bases, entregarse y enfocarse en una meta, y jugar con una alegría contagiosa, muchas veces perdida en el terreno de juego por nuestros atletas.

Esto comienza ahora y el camino para llegar a alcanzar la ansiada corona número 13 estará lleno de trampas físicas y psicológicas, de dificultades que nacen como la mala yerba, de piedras que a veces lanzan los mismos fanáticos decepcionados y de “sillas peligrosas que invitan a parar”; pero se puede. Nos vemos en el estadio.

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