Con la mirada acechante, escrutando desde una esquina cuanto ocurre en el imaginario cuadrilátero donde Nayla y un servidor han de enfrentarse, se encuentra Ixbran Trutie. Ahora nada puede hacer, no hay indicaciones válidas, es un duelo en el cual le está vedado intervenir, salvo, claro está, que vea a su pupila en peligro de ser noqueada.

La joven de 20 años se siente algo intimidada. La grabadora parece más agresiva que los guantes de la rival que acaba de enfrentar, sin embargo, mira de frente y sale al centro del cuadrilátero.

Nayla Lahera revisa con su entrenador el video de su pelea. Foto: Oscar Alvarez Delgado

La primera pregunta es de pura exploración, un golpe lanzado para ver cómo andan sus defensas y reflejos, de ahí que indaguemos ¿por qué el boxeo? Recelosa, como quien teme se trate de una trampa, responde que, sencillamente, le gusta su deporte, lo que hace.

Con cierta cautela comenta, al preguntarle sobre algún púgil preferido, no tener a ninguno en estos momentos. Sin embargo, al indagar sobre su primer combate comienza a animarse y de la defensa pasa a la ofensiva. Con una andanada de golpes comenta haberse sentido “bien, bien. Súper bien, de lo más contenta, de lo más emocionada. Un poco cansada, pero son mis primeras peleas. Voy para arriba del lía a partir de ahora”.

Busco signos de cansancio, pero tiene el rostro fresco como lechuga, parece que el susto pasó y ahora sale a flote su preparación. Indago acerca de su papel en el combate que acaba de efectuar. Como un gancho al estómago, llega la respuesta: “Para esto hace falta muy buena preparación, carrera, gimnasio, aparatos, todo”.

Inquiero sobre lo que acontecerá a partir de ahora que ya está dentro del equipo. En ráfaga llega la respuesta “entrenar, entrenar, entrenar. Más nada. En mi cabeza solo está entrenar”. No titubea cuando le pregunto sobre su posible presencia en los Juegos Centroamericanos de San Salvador 2023, ni sobre la posibilidad de una medalla, donde refiere que los 54 kilos son suyos, que el oro es de ella, por lo que los demás deberán repartirse la plata y el bronce. Aunque para llegar a San Salvador primero deberá demostrar estar en mejor forma que la habanera Idamelys Moreno Téllez, la otra candidata a hacer el viaje a la cita regional en los 54 kilos.

Graduada de técnico medio en bibliotecología, confiesa que en un principio supo que los muchachos murmuraron acerca de su elección por un deporte “de hombres”, pero, “hasta ahora siento apoyo, sobre todo de mi familia y mi entrenador Ixbran Trutie, que es lo que más me importa”.

Pero si enredado se siente uno ante esta muchacha, que es todo nervio y no cesa de buscar las fisuras en su contrario, no sé cómo se sentirá su novio, a quien sin dudas mantiene a raya con el jab, y el cual debe estar consciente, que al menor descuido, él puede ser el que termine noqueado.

Pero la vida cambia constantemente y poco antes de mandar el trabajo a la redacción por boca de la propia Nayla supimos que ahora la división en la cual debe discutir un cupo es en la de los 50 kilos. Con ello, al menos para este redactor, se elimina el tener el corazón dividido, pues si por un lado queremos que Nayla haga el equipo, por el otro deseamos que la habanera con quien debía discutir la plaza, sea la representante cubana en esa división.

Sin embargo, más allá de quien sea la representante de Cuba en cualquiera de las divisiones convocadas para San Salvador, una cosa si queda en claro: sin importar su experiencia anterior en otros deportes, ni su provincia de procedencia, todas van a subir al ring a darlo todo, con el propósito de demostrar que en la Isla el boxeo no es un deporte exclusivo de los hombres.

Ver además:

Ixbran, un loco muy cuerdo (I)