Hablar rápido, como su pensamiento, y respuestas en ráfaga, cual si estuviese lanzando certeras combinaciones, caracterizan a Ixbran Trutie González. A ese “loco”, como él se define, lo conocí el 20 de noviembre de 2022, poco antes de dar inicio la carrera de Marabana.
No recuerdo bien por qué motivo comenzó la breve conversación que en ese momento sostuvimos, pero no olvido que entonces pensé que quien correría era su acompañante, pero no, el corredor era él. Sin embargo, mis deducciones no estaban muy lejos de la verdad. La joven en realidad es su alumna; lo que no imaginé fue el recto lanzado a mi mandíbula casi de inmediato, cuando me dijo que ella era boxeadora.
En ese momento, aún cuando era una noticia esperada, todavía no se había oficializado la apertura del boxeo femenino en Cuba; sin embargo, ya Ixbran, quien en la actualidad se desempeña como entrenador de esa disciplina en Artemisa, se atrevía a asegurarme que su pupila conformaría el equipo nacional cubano, todo era solo cuestión de tiempo. Pasaron apenas 15 días, cuando se dio a conocer la aprobación de la práctica del boxeo femenino en la Mayor de las Antillas.
De inmediato pensé en Ixbran y su alumna, a quienes volví a ver el 17 de diciembre, tras concluir el primer cartel oficial de ese deporte en Cuba, evento donde Nayla María Lahera Amat logró un cupo entre las 12 cubanas que conforman la preselección a los Juegos Centroamericanos y del Caribe de San Salvador 2023. De esa forma, se cumplió la predicción realizada por Ixbran: su alumna había dado el primer paso para representar a nuestro país como boxeadora.
Ya no había escusas para dilatar la entrevista, un encuentro en el cual llevaba las de perder, al tener que enfrentar a dos “adversarios” sin tiempo para recuperarme, y donde mi única ventaja era la poca experiencia acumulado como entrevistador, y el tratar de tomarles fuera de balance con alguna pregunta inesperada.
Sin embargo, delante tenía al “loco”, quien tras reconocer el apoyo brindado por el comisionado de boxeo de Artemisa, me lanzó un jab que impactó en pleno rostro cuando me dijo: “dicen que soy un loco, pero es mejor frenar a un loco, que empujar a un bobo, y ese loco parece que soy yo. Pero ya tenemos a una muchacha en el equipo nacional”.
Acto seguido lanza una andanada de golpes al exhortar “a toda aquella madre y padre que la hija quiera boxear, le den la oportunidad, que no le tronchen el camino. Este es un camino lindo, el boxeo es un deporte de familia”.
Acerca del desempeño de su pupila en el combate (incursionó en los 57 kilos, cuando su división es los 54), reconoció estuvo técnicamente bien, en la física también, y comentó “empezó un poco cohibida y fue de menos a más. Me siento súper orgulloso de la forma como se desempeñó”.
“Nayla apenas tiene 20 años y nunca se había puesto un par de guantes, no ha estado en una escuela de alto rendimiento, ni ha practicado ningún deporte. Fueron sus padres quienes me llamaron. Su hermano había sido alumno mío, y me dijeron que a ella le gustaba el boxeo y querían le enseñara. Le pregunté a ella si en verdad quería boxear y me dijo que sí”. Los entrenamientos, según conocimos, comenzaron en plena COVID-19, y ya el trabajo constante y la disciplina de Nayla, dan los primero frutos.
Intento cubrirme dando un paso lateral, mientras le comentó que en ese momento no se sabía se iba a oficializar el boxeo femenino. Sin tiempo a nada, recibo una combinación demoledora al cuerpo cuando me comenta: “No se sabía, pero yo vengo trabajando con muchachitas desde el 2012. Por eso, mucha gente decía que yo estoy loco. Pero este loco, tiene la primera de la provincia de Artemisa en el equipo nacional. Este loco no la quiere solo a ella, sino un equipo completo representando a Cuba. Ese es mi sueño, y espero cumplirlo con el apoyo de mi comisionado provincial”.
Muchos pudieran pensar, que el “loco” busca un lugar en el equipo nacional, sin embargo, adivina mis intenciones, y se anticipa a la pregunta al comentar que lo único que desea es que lo dejen trabajar en la base, “en Güira de Melena o Alquízar, que es donde me siento bien”.
Con esa respuesta anticipada concluye el primero de los enfrentamientos, en un desafío donde salir airoso, fue más problemático para el entrevistador que para el entrevistado. La segunda parte de la cartelera, esa donde tuve frente a frente a Nayla, una joven veinteañera que comenzó en plena COVID-19 en la práctica del boxeo, queda pendiente para una próxima oportunidad. Solo les adelanto que la muchacha tiene madera de campeona, y sabe defenderse tanto con los puños, como con las palabras.
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