A la línea de meta tú no vas a llegar ahora, no puedes, no te dejaremos. Tú tienes que seguir dándole vueltas al óvalo hasta que tus huesos no te sostengan y tus músculos se ablanden con las sales del tiempo.

Ahora no. Esta carrera no se acaba así. En ningún momento hemos escuchado las campanadas que anuncian los últimos 400 metros.

Tú tienes que seguir ahí, dando esas zancadas largas y elegantes sobre esa pista dura donde un día te sacaste del pecho el corazón en llamas y lo elevaste como una antorcha para iluminar dos veces el camino al Olimpo.

No te rindas ahora, no puedes, no te dejaremos. Un tipo como tú no se rinde nunca, como no lo hiciste hace cuatro décadas atrás en aquella carrera de relevo donde borraste una desventaja de 30 metros para encaramar a Cuba en lo más alto del podio.

Esto no se acaba ahora, no alces los brazos ni mires a las gradas, que aún no estás en la recta final de esta carrera larga donde has ido acumulando medallas y haciéndonos saltar de nuestros asientos.

Ahora no, cruza la meta y sigue, sigue, sigue; déjanos ahora a nosotros secarte el sudor e hidratarte, y sacarnos el corazón en llamas, para iluminarte el camino de la vida.

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