La foto la tomó hace un tiempo el hermano Boris. En ese momento, me confesó, cruzó apenas unas pocas palabras con Estela, pero le bastaron para comprender el gran ser humano que había tras esa perpetua sonrisa. Nunca llegó a hacerle la entrevista que quería, sin embargo, esa imagen habla más de mil palabras sobre la mujer que, nacida en Palma Soriano, en Santiago de Cuba, amó tanto al judo, como al baloncesto y al béisbol.
Conversar con ella era cosa fácil. De carácter afable y bromista, tenía la peculiaridad de transformarse en toda una guerrera cuando subía al tatami, a ese espacio sagrado para ella, donde tantas y tantas veces la vimos, desde nuestros televisores, entrar a combatir. Allí era una guerrera que ni daba, ni pedía tregua.
Fuera de ese espacio era una cubana más, de las que gustan de bailar y reír, capaz de criticar algo mal hecho, y de bromear, pero siempre fiel a su natal Santiago, y a esa estrella solitaria que muestra la imagen, y con que el lente de Boris le inmortalizó.
El simple hecho de mencionar el nombre de Estela Rodríguez, hace pensar de inmediato en la mujer que se convirtió, por derecho propio, en leyenda del judo en Cuba, y un ejemplo de entrega al deporte a nivel mundial. La estelar Estela, al subir a lo más alto del podio en la cita mundial celebrada en Belgrado 1989, puso a Cuba entre las naciones con al menos un metal dorado en eventos mundialistas.
La mujer que fue capaz de conquistar, entre otras preseas, dos platas olímpicas y dos oros en Campeonatos Panamericanos, entre un sinfín de otros metales en los más diversos certámenes, falleció en La Habana, producto de un paro cardiaco sufrido en el Hospital de 26, donde, según dio a conocer JIT, se encontraba ingresada por afecciones asociadas a la diabetes.
Muchos, como Boris, como yo, que nos confiamos pensándola eterna, cercana, accesible, y a quienes estremeció la noticia de su muerte, lamentamos ahora no haberle hecho la entrevista que se merecía. Sin embargo, hay otros que podrán hablar de la entrega de Estela, la mujer que es, y siempre será, parte de la historia del judo a nivel mundial.
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