Durante los I Juegos Panamericanos Júnior muchas personas estuvieron pendientes de la actuación de los atletas de la Mayor de las Antillas. Entre los deportes que acapararon la atención de los criollos estuvo el clavados, cuyos representantes, encabezados por la capitalina Anisley García Navarro, hicieron, que con cada entrada al agua, saltaran de sus asientos muchos de los que seguíamos su actuación por la televisión.

Acerca de lo realizado en Cali conversamos con Anisley (la Tuti), quien accedió a narrarnos cómo fue el proceso hasta su llegada a la sede del Panamericano Júnior, a donde arribó tras vencer varias lesiones que incidieron en su preparación. Al respecto, comentó que fue un poco complicado, “la preparación fue cortica, tuve menos tiempo que el resto de mis compañeros. Primero estuve lesionada de la rodilla, que me impedía bastante en ese comienzo de los entrenamientos. A finales de la preparación, me lastimé un tríceps y estuve casi dos semanas paradas”.

“Hicimos un control de preparación, donde yo estaba lesionada ya, pero me decían debía tirarme, y eso me sirvió para medirme. Me di cuenta, estaba un poco rezagada en comparación con el resto del equipo, y me tuve que poner más fuerte, para poder hacerlo mejor”.

Al indagar qué se siente, tan joven, llevar la carga del equipo encima, y trabajar cuatro días seguidos nos aclara: “No diría que tuve que llevar esa carga. Sabía que podía, y no era llevar una carga, sino simplemente ser yo. Siempre he estado acostumbrada a competir varias veces en todos los eventos, sobre todo en los multideportivos y eso me enseña. Ya vengo preparada, entreno para eso y por eso sale el resultado. Tal vez hay quien dice, está cansada. Muchas veces, no me pasa que esté tan cansada en el último evento, sino que ese no es mi fuerte”.

Al comentarle sobre su actuación en el trampolín de un metro, nos explica que, contrario a lo que pensábamos, el de un metro sí le gusta, siendo el de tres metros el que más trabajo le cuesta. Y aclara que todos le gustan, y que “cuando me deje de gustar uno, podría llegar a la determinación, con los entrenadores y la comisión de no saltarlo más”.

Acerca de la competencia por equipos, con potencias como México, Canadá y Estados Unidos, expresó: “Fue una competencia totalmente distinta a la que siempre hemos estado acostumbrados. Por eso creo nos fue mejor. Lo cogimos con carácter deportivo, de disfrutar. Era una competencia donde no tenías que estar 100 por ciento tenso. Podías saltar, luego apoyar al compañero, gritar, reír y como parece que estamos acostumbrados a entrenar así, eso nos favoreció mucho”.

Con el 2023 cada vez más cerca y las competencias de los Juegos Centroamericanos y los Juegos Panamericanos a realizarse en un mismo año por primera vez en la historia, se imponía saber cómo piensa llegar Anisley a ambas confrontaciones. Al respecto, contestó: “Siempre me preparao para llegar lo mejor posible. Voy a hacer todo lo que pueda para que las lesiones no me afecten, porque sé que eso me frena mucho. Las lesiones, de pasarme, serían mi mayor piedra en el zapato, por eso es donde más énfasis debo poner. Lo otro es entrenar bien, y prepararme para llegar en beuna forma”.

Antes de la despedida, la pregunta que no podía faltar, Anisley y París 2024. “Sí, París 2024, ese es mi sueño. Como ya lo había dicho, tanto para el Centroamericano, como para el Panamericano, voy a entrenar pasito a pasito, que van a ir saliendo las cosas. Y si se da la oportunidad de ir a París, pues a disfrutarlo”.

Con esa respuesta, terminamos una “intensa sesión de saltos”, y nos despedimos con la seguridad de que, cuando Anisley y compañía vuelvan a saltar, en miles de hogares cubanos saltaremos con ellos con cada entrada al agua.

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