Por las calles del barrio de Jesús María, en La Habana Vieja, anda una modelo de 27 años que a diario desafía las leyes de la gravedad con sus formidables saltos. La capitalina Leila Consuelo Martínez Ortega sabe que la única forma de llegar a lo más alto del podio es la constancia, y por ello no falta a ninguna sesión de entrenamientos, aunque ello signifique tener que correr, saltar y desafiar las inclemencias del tiempo.
Para esta habanera, el voleibol de playa es parte de su vida, y la entrega que muestra por este deporte, le permitió asistir a los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, de los cuales, comenta, “ha sido, en el tiempo que lleva practicando deportes, la experiencia más linda que ha tenido. Desde que uno inicia en el deporte, a medida que va subiendo de categorías, van creciendo en los deportistas los deseos de ser un atleta olímpico. Al poder, gracias a Dios, lograrlo, me sentí muy satisfecha, aunque no conforme”.
“Pero todo el sacrificio que llevó alcanzar este boleto, el año atípico que tuvimos, con muchos meses entrenando en burbuja, separados de nuestra familia, haciendo un trabajo extra fuerte, en conjunto con mis compañeras de equipo, mis entrenadores, y la triada médica para alcanzar este resultado, una vez logrado, nos supo súper bien. Los Juegos Olímpicos, para mí, se quedan con un buen sabor de boca”.

-Coméntanos sobre el cambio de pareja, pudiéramos decir, a última hora.
-Eso creó un poco de polémica. Pero desde que en el 2019 tuvimos un cambio de entrenador, se dijo que iban a ir las mejores atletas. No se iba a definir duplas, ni se iba a establecer una dupla principal, eran las dos mejores atletas, las que más se sacrificaran, cumplieran con el plan de entrenamiento, y según las estadísticas y los resultados deportivos. Eso fue lo que se hizo. Se comenzó a competir y al final no dio tiempo a hacer la eliminación que se tenía planificada, y la que saliera se ganaba el derecho a ir, porque ante todo hay que ser justos.
“Éramos el último país en entregar los nombres. Nosotros estábamos en el preolímpico en México, y la Federación estaba presionando. Había que mandar urgente los nombres y entonces, se tomaron en cuenta una serie de puntos sobre los cuales se seleccionaron las dos mejores atletas”.
¿Eso pudo haber traído alguna dificultad en la dinámica de juego?
-Nosotras había jugado juntas en el 2017, y luego mi compañera Lidiannys tuvo una lesión y yo pasé a jugar con Maylén Delís. Ahora, como llevábamos mucho tiempo fuera, si pudiera faltar un poquito de ajuste. En la llegada, el acondicionamiento y todo, muchos factores influían, pero al final, creo que todo salió bien. Un noveno lugar olímpico, en un año súper complicado, es satisfactorio.
“Nosotras fuimos una pareja bastante nueva en esos juegos, pero duplas de nivel, establecidas ya, quedaron por detrás y eso también hay que valorarlo. Fuimos ganando nivel a medida que transcurría la competencia, eso demostró que era falta de participaciones, de juego con ese nivel. Por ejemplo, las principales duplas de nuestro deporte tenían acumulados 80 eventos, por seis nosotras, imagine la cantidad de juegos que tenían. Pese a todas esa dificultades, nosotras supimos hacerlo de la mejor manera posible, y entonces, ese noveno lugar es como un oro”.
-Ello representó un gran esfuerzo para ustedes.
-Al final, estamos trabajando con muchas cosas novedosas, como las estadísticas, que no las tenemos completas, no contamos con un informante, ni con un equipo tecnológico que nos ayude a sacar las estadísticas de los contrarios. Todo tienes que hacerlo en el momento, no contamos con una base de datos de años anteriores, entonces, con todas esas cosas, el noveno lugar fue súper bien.
-Leila, ¿qué les falta a ustedes como pareja?
-Físicamente no tenemos ningún problema. Entendemos que en el nivel que queremos incursionar el físico es muy importante, pero no lo determina todo. Hace falta jugar mucho para alcanzar una madurez en el estilo de juego, en el desarrollo técnico táctico, en saber gestionar las diferentes situaciones que suceden en los juegos. Todo eso se agarra jugando, y pienso, lo que nos falta, es jugar mucho”.
-¿El camino hacia París?
-Con Dios mediante, que todo salga bien. Nosotras entrenar mucho, mucho, mucho, mucho... poner el 100 por ciento de lo que tenemos y en convenio con la Federación, que nos permitan participar, que hagamos una buena selección de los eventos y no desperdiciar tiempo. Puliendo las cosas necesarias, pienso que en París podemos hacer muy buenas cosas.
-¿Cuánto representaría para ustedes su participación en la parada mundial de la disciplina?
-Un avance tremendo, que hace falta retomar para darle un necesario empujón al voleibol.
Vea también: