Los grandes competidores imponen respeto con su sola aparición. Bien sea por su estatura, la historia
que les acompaña y no darse nunca por vencidos, como es el caso del estelar Iván Pedroso, o por poner tempranamente tierra de por medio, como hizo María Caridad Colón, cuando en los Juegos Olímpicos de Moscú 1980 envió la jabalina hasta los 68,40 metros, implantando así record olímpico y poniendo contra la pared al resto de las competidoras que no encontraron cómo superar esa marca.

En los paralímpicos de Tokio 2020 un joven habanero de apenas 18 años quiso hacer como esos gigantes del atletismo cubano, y lo logró.

En su primer salto, Robiel Yankiel Sol Cervantes, quien llegó a la capital nipona con marca personal de 6,77 metros en la especialidad de salto largo, categoría T46, voló más allá de lo que nunca había conseguido en su vida, destrozando no solo su marca personal, sino, incluso, el récord paralímpico para la categoría.

En ese primer intento, la barrera de los siete metros quedó hecha polvo, al conseguir llegar a los 7,46, registro que le permitió superar los 7,41 que eran la cota paralímpica hasta ese instante. Después de eso fue como echar un cubo de agua fría al resto de los competidores, quienes por más que lo intentaron, no lograron llegar hasta allí.

Y es que, amén de que cada competencia tiene sus propias características y todos los días los atletas no están igual, el factor psicológico tiene un peso importante en cualquier lid, y cuando se debe enfrentar una marca de respeto, como la lograda por el cubano en su primer salto, la presión es evidente.

De esa forma, el criollo dio una grata sorpresa a Cuba, al conseguir el primer oro paralímpico en Tokio
2020, una presea que no estaba en los planes de nadie. 

Como si todo ello fuese poco, en la competencia Yankiel enfrentó al anterior campeón y recordista paralímpico, el estadounidense Roderick Townsend, quien en esta oportunidad debió conformarse con el segundo puesto, con salto de 7,43 metros; y al recordista mundial, el francés Arnaud Assoumani, con una marca personal de 7,58 y ahora quedó en octavo lugar con registro de 6,89. El bronce lo conquistó Nikita Kotukov, del Comité Paralímpico Ruso, con un salto de 7,34 metros.

Pero lo fabuloso de la actuación de Robiel Yankiel no solo se trata de que este metal sea el primer oro de Cuba en los Paralímpicos de Tokio 2020, ni de ser el más joven de la delegación cubana, sino de la forma en que se presentó, al alcanzar otros tres saltos por encima de los siete metros, (7,37; 7,20 y 7,23), renunciar al cuarto intento y cometer falta en el último, cuando ya era campeón, hecho que demuestra la tremenda
forma en que se encuentra y el futuro de este habanero, que desde ya, conquistó el Olimpo.

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