Con apenas 18 años, el habanero Robiel Yankiel Sol Cervantes llegó al Olimpo, al ganar el oro en el salto largo, categoría T46, de los Juegos Paralímpicos de Tokio 2020.
En su primer salto, el cubano voló más allá de lo que nunca había conseguido en su vida, al destrozar con amplitud su marca personal que hasta ese momento era de 6.77 metros.
En ese primer intento, la barrera de los siete metros quedó hecha polvo, y además, los 7.46 metros que registró, le sirvieron para romper el antiguo récord paralímpico de su categoría, que era de 7.41 metros.
Como si todo ello fuese poco, Yankiel lleva apenas poco más de cinco años compitiendo y, de ese tiempo, solo un año y nueve meses bajo la tutela de su actual entrenador, Luis Alberto Bueno Chávez.
En la competencia, el capitalino debió enfrentarse al anterior campeón y recordista paralímpico, el estadounidense Roderick Townsend, quien en esta oportunidad debió conformarse con el segundo puesto, con salto de 7.43 metros, además de enfrentar al recordista mundial, el francés Arnaud Assoumani, que tenía marca personal de 7.58 y esta oportunidad quedó en octavo lugar con registro de 6.89.
El bronce en esta ocasión lo conquistó Nikita Kotukov, del Comité Olímpico Ruso, con salto de 7.34 metros.
Pero lo fabuloso de la actuación de Robiel Yankiel no solo se trata de que este metal sea el primer oro de Cuba en los Paralímpicos de Tokio 2020, ni de ser el más joven de la delegación cubana, sino de la forma en que se presentó, al alcanzar otros tres saltos por encima de los siete metros, (7.37; 7.20, y 7.23), renunciar al cuarto intento y cometer falta en el último, cuando ya era campeón, hecho que demuestra la tremenda forma en que se encuentra.
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