Este jueves llegó para Cuba, la última oportunidad de hacerse con una medalla en el judo de los juegos Olímpicos de Tokio 2020. Con dos representantes aún sin competir, la Mayor de las Antillas tenía esperanzas de conquistar al menos una presea en la cita estival.

A primera hora, llegó la oportunidad de Andy Granda de intentar avanzar en su camino a las preseas de los 100 kg, pero cayó ante Temur Rakhimov, quien cuando ambos ya tenían dos shido logró marcar waza-ari, y eso fue suficiente para pasar a la siguiente ronda.

Combate de Andy Granda frente a Rakhimov, de Tayikistán. Foto: Roberto Morejón

Sin embargo, la historia sería bien distinta con Idalys Ortiz. A la criolla le tocó en su primer combate enfrentar a la portuguesa Nunes Rochele, una rival a quien ya había vencido anteriormente y que esta vez se le tornó difícil. El inicio del combate fue lento, al punto que el árbitro tuvo que marcarle un sido a cada una.

Combate en Idalys Ortys y la portuguesa Nunes Rochele. Foto: Roberto Morejón

Comenzaron a suceder algunos ataques, tanto de una como de la otra, sin embargo el pleito siguió lento, falto de ritmo, y ambas judocas recibieron un nuevo sido. Ya en el tiempo agregado, y sabiendo ambas que tenían que verse activas, aumentaron los ataques, hasta que, a los 5:57 minutos de combate, Ortiz, con un seoi-nage, logró marcar un waza-ari.

Idalys Ortys frente a la china Xu Shiyan. Foto: Roberto Morejón

Al parecer, en cuartos de final, Idalys ya había calentado motores y consiguió una rápida victoria, al marcarle dos Shido, a la china Xu Shiyan y asegurar así su presencia en semifinales.

Ortiz venció con categoría a la francesa Romane Dicko. Foto: Roberto Morejón

En el combate por el pase a la discusión del oro, la cubana enfrentó a la francesa Dicko Romance, a quien no le permitió muchas libertades, logrando a los 2:13 minutos marcarle un wara-ari mediante la técnica de Yoko-guruma. El marcador ya no se movió más, y la pizarra solo reflejó un shido adicional, aplicado a la francesa por no combatir.

Combate entre Ortiz y Akira Sone. Foto: Roberto Morejón

La discusión por el oro fue ante la japonesa Akira Sone, una rival de 21 años que ya había vencido a la cubana en tres, de sus cuatro enfrentamientos. El combate fue tenso todo el tiempo, con ambas rivales negándole el ataque una a la otra, de forma que transcurrido el tiempo reglamentario ninguna había marcado.

Ya en el tiempo extra, llegó una amonestación para ambas judocas a los 5:06 minutos de combate. Aumentaron el ritmo, pero siguieron haciéndose difícil el trabajo una a la otra, a 6:52 minutos de iniciadas las acciones, la criolla recibió un segundo shido. Ortiz intenta aumentar el ritmo de combate, la japonesa se mantiene firme, ambas buscando una proyección sin lograrlo, hasta que a los 8:52 minutos la cubana recibe una tercera amonestación, ahora por falso ataque, y la japonesa se hace con el oro.

Eternas contrarias en el tatami, se abrazan en la ceremonia de premiaciones, tras concluir la batalla. Foto: Roberto Morejón

Idalys queda así a las puertas del oro en Japón, sin embargo, teje una historia que será difícil ser igualada por cualquier otra judoca, al lograr con esta actuación su cuarto metal olímpico en igual cantidad de participaciones. Idalys termina su andar por Japón dándole a Cuba una alegría agridulce, pues todos quieren el oro, sin embargo, su accionar en los tatamis hará que el mundo se “quite el sombrero” ante ella, que con este metal acumula un bronce, dos platas y un oro olímpicos, y catapultó, momentáneamente, a la delegación de la Mayor de las Antillas al lugar 46 del medallero.

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