Tokio representa un reto inmenso para el deporte del mundo entero, y en especial para Cuba, que deberá de enfrentar en dicha competencia un doble reto. El primero de estos desafíos es la COVID-19, enfermedad que desde hace más de un año tiene en jaque al mundo, al punto que la magna cita deportiva, por primera vez en la era moderna, ha sido pospuesta por espacio de un año.

Cuidarse en todo momento, para evitar que la pandemia trunque los sueños y el trabajo que durante años han realizado atletas y entrenadores, es el primero de los objetivos de los miembros de la delegación cubana. A las tensiones lógicas de este tipo de competencias para los atletas, se suma ahora la de estar alertas en todo momento para evitar contraer la pandemia.

Pero esta no es la única de las adversidades que deberán de enfrentar los cubanos, pues el bloqueo inca con fuerzas inusitadas sus garras sobre la delegación cubana. Muestra de lo anterior es lo publicado en el sitio digital JIT, donde se explica que el bloqueo, por increíble que parezca, tiene sus tentáculos sobre la mismísima villa olímpica japonesa. Resulta que el “Sumitomo Mitsui Banking Corporation prohíbe que los cubanos ejecuten una operación tan simple como canjear dólares u otra moneda para obtener yenes, la del país anfitrión”.

Ello, además de ser una violación al espíritu de hermandad que deben caracterizar a unos Juegos Olímpicos, constituyen una flagrante violación a los derechos humanos, al discriminar a los atletas cubanos, por el simple hecho de su nacionalidad.

Queda entonces preguntarse, qué vías deberán de usar los cubanos para, si lo desean, poder comprarle a sus familiares un regalo, o simplemente llevarse de la tierra del sol naciente un recuerdo de su participación en esta tan singular cita estival, o cubrir cualquier otro tipo de necesidad que tengan. Ahora solo falta ver si, por cualquier vía (bien sea porque un representante de otra delegación le cambie las divisas que tenga, por yenes; o porque los poseyera de antemano), un cubano va a comprar a un establecimiento japonés, también le será negada la posibilidad de efectuar una compra.

Esto, no es una cuestión menor, como pudieran pensar algunos extremistas, “pues a los juegos se va a participar y no a otra cosa”, sino que se trata de de una flagrante violación del espíritu olímpico. También, aun cuando existan ciegos que no quieran darse cuenta, constituye una injerencia en la soberanía del país sede, que se ve obligado a negarle a los cubanos los servicios de sus agencias bancarias, so pena de recibir multas millonarias. Pero los cubanos, ya están acostumbrados a desafiar gigantescos molinos de viento, y es por ello que aspiran a poner, una y otra vez, en lo más alto de esos gigantes, la enseña nacional.

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