Quienes por estos días entregan todo de sí en la lucha contra la COVID-19, sin importar el lugar donde les ha tocado estar, deben ser calificados de héroes. La heroicidad de esas personas, que trabajan en silencio sin pedir reconocimiento alguno, tal como dijera Martí: “no pierde nada de su mérito, antes lo aumenta, con haber sido llevada a cabo por un hombre apenas conocido”.

De entrenador a portero

Cuando a uno le dicen que alguien pasó de ser entrenador en la Escuela de Iniciación Deportiva Escolar (EIDE) a ejercer las funciones de portero o enlace de la torre cuatro, casi siempre se piensa por dentro “metió la pata hasta el fondo, se escachó por completo”. Pero en este caso no se trata de eso, sino de un “ascenso” en la escala humana, toda vez que Andy Alfonso Ortiz Morales dejó de lado sus funciones como entrenador de canotaje de la EIDE Mártires de Barbados para sumarse al combate de la COVID-19 en esa misma institución.

Andy Alfonso Ortíz Morales, vestido con bata azul, en el momento en que recibe un paquete para un enfermo. Foto: Oscar Alvarez Delgado

Para Andy el cambio ha sido una verdadera prueba de fuego ya que de su accionar y el de sus compañeros de tripulación, depende, en buena medida, se logre controlar la expansión de la COVID-19 en Cuba. Entre sus funciones está “hacerle llegar a los pacientes todos los paquetes que le envían sus familiares, además de supervisar y controlar la limpieza, los horarios de comida, lograr que los pacientes se sientan lo más cómodos posible, dentro de todo su malestar y la preocupación por la enfermedad”.

Pasar de ser entrenador a enlace ha sido un cambio radical para Andy, “por la cantidad de paquetería a entregar, y las veces que debemos subir y bajar escaleras. Sin embargo, esto tiene mucho que ver con la labor pedagógica de nosotros como entrenadores. Estamos adaptados al trato con los muchachos, y los pacientes son como los niños que tenemos en las áreas. Cada vez que interactuamos con ellos tenemos que estarles dando ánimo, que van a salir de aquí con la mejor salud posible”.

Al hablar sobre la familia la voz le cambia, se quiebra un tanto, pues dice, “la familia está súper orgullosa de mí. La mayor parte de mi familia luchó en Girón, y en Angola, y en otros lugares. Cada vez que me escriben es diciéndome que hoy ya no es momento de luchar en una guerra, sino de que la juventud se sume, como lo está haciendo, a la lucha contra la COVID. Me dicen que a cada generación le ha tocado tener su pedacito de historia, y este es el aporte que nos toca dar a nosotros, para continuar construyendo un país mejor”.

Señala Ortiz Morales que la mayor parte de la tripulación de la cual forma parte son jóvenes entre 21 y 27 años, y agrega que la gran mayoría pertenece a los combinados deportivos del municipio de Cotorro, aunque también hay trabajadores de la EIDE, y del Combinado deportivo de Regla.

Y es que a sus 27 años este es el mayor combate a que se puede enfrentar. Como otros muchos jóvenes de estos tiempos, libra desde la paz un combate anónimo, pero que tiene tanto de heroico como el de nuestros mambises en la guerra de independencia, el de los jóvenes del centenario, los maestros alfabetizadores; la lucha contra bandidos, o como el librado por Carlos J. Finlay en la lucha contra la fiebre amarilla.

De sospechosos a positivos: Un giro inesperado

Los 14 días vividos por Zuaima Vega Jiménez como coordinadora de tripulación en la EIDE Mártires de Barbados fueron, según ella describe, “Días duros. Mucho trabajo. Hemos laborado con una tripulación incompleta. Pero nos llevamos la satisfacción de que los pacientes están contentos y muy agradecidos.

La familia de Zuaima Vega Jiménez se encargó de su niño de dos años, mientras ella se encontraba trabajando en la EIDE. Foto: Oscar Alvarez Delgado

“También hemos tenido mucha preocupación, porque cuando entramos a la misión lo hicimos solo con pacientes sospechosos, y con contactos de positivos, y de un momento a otro, dada la situación de la pandemia en el país, comenzamos a trabajar con pacientes positivos al test de antígenos, y con positivos de bajo riesgo. Fue realmente un reto. A partir de ese momento nos debimos cuidar el triple de lo que ya nos cuidábamos, pero seguimos adelante, prestando nuestro servicio a los pacientes”.

Para Vega Jiménez, directora del Combinado Deportivo número dos El Palmar, en el municipio de Cotorro, la disciplina que tal cargo le ha dado, fue un eslabón fundamental al momento de asumir como Coordinadora de tripulación en la EIDE Mártires de Barbados. Al respecto nos comentó: “La tripulación que traje son todos jóvenes, y fui la primera en dar el paso al frente, dejando a mi bebé en casa. Ya yo había enviado otros profesores y casi no tenía a quien mandar, y me puse de primera. Todos los profesores me siguieron”.

Pero el bebé de Vega Jiménez no es de esos que miden seis pies, y saben “más de cuatro cosas” –porque para los padres, sin importar la edad, los hijos siempre serán sus bebés-, sino un varón de apenas dos años, y que quedó a cargo del padre. Sobre el momento en que ella le comunicó a la familia la decisión que había tomado, comentó: “Todo el mundo alarmado. Pero saben que yo soy líder, y tengo que ir adelante, y mi gente atrás. Y ellos entendieron, solo me insistieron, cuídate mucho, sé que lo haces por los enfermos, por el país, y nosotros te vamos a apoyar. Y en eso están mi mamá. Mi hermana, mi esposo. Todo el mundo”.

Pero si algo le “Movió” el piso a Vega Jiménez, en todos los días que vio entrar y salir enfermos del centro de aislamiento, fueron “los bebés, niños pequeños, cuando veo niños contagiados, siento que se me oprime el pecho. Ahora en estos momentos no tenemos niños –dice refiriéndose a su día 14 de permanencia en la EIDE-, pero sí los había”. Y agrega, “cuando entramos aquí habían niños, y eso te mueve el piso, más cuando están esperando un resultado, y este les da positivo”.

“Recuerdo que una muchacha de la tripulación que limpia en el primer piso, un día bajó llorando, porque le habían dado el resultado positivo a una bebé que ella le había cogido mucho cariño. En verdad, todos le cogimos cariño, y ese resultado nos sensibilizó a todos”.

Estas son algunas historias de los héroes de estos tiempos, personas de carne y huesos que, sin pedir nada a cambio, ponen a un lado la comodidad del hogar, y que solo por ello, ya merecen ser contadas.

Ver además:

Vivencias de una convivencia inesperada (I)