La llegada de lanzadores zurdos a la preselección de los felinos de Industriales es siempre noticia. En los últimos años la escasez de serpentineros de esa mano en la capital ha sido un “martillo” que muchas veces golpea las estrategias que monta el cuerpo de dirección sobre el terreno de juego.

Por estos días algunos “siniestros” se han presentado ante las autoridades deportivas con el ánimo de hacer el grado para integrar la nómina del equipo más ganador en nuestros clásicos nacionales, con vista a la próxima campaña beisbolera que debe comenzar en el mes de septiembre.

Uno de ellos es Adrián Belfast, un joven de 24 años que ganó protagonismo en el último campeonato sub 23 con la franela de los Gallos de Sancti Spíritus al encaramarse en el montículo en el primer juego de la final para darle la victoria a un equipo que más tarde se proclamaría campeón nacional.

“Esa es la experiencia más bonita de mi carrera deportiva. Fui a esa provincia buscando un puesto dentro del equipo y terminé abriendo y ganando el primer partido de la final”, le confiesa a Tribuna de La Habana.

“Desde que logré integrar el equipo busqué tener trabajo y por eso a principios del campeonato le pedí la bola a Eriel Sánchez para abrir. Él me dio esa oportunidad y gracias a Dios todo me salió bien”, agrega.

Belfast es natural de Guanabacoa y comenzó a jugar béisbol en la capital desde la categoría de 13-14 años donde logró hacer algunas preselecciones en varios niveles pero nunca pudo integrar el equipo de la provincia en categorías escolares.

"Tenía 15 años cuando fuimos a jugar a Camagüey y allí el profesor Lázaro Palacio, de Sancti Spíritus, me vio y me propuso trasladarme para esa provincia asegurándome que yo podía hacer equipo allí. Pero yo estaba aún muy joven y mis padres no estuvieron de acuerdo con eso", explica.

Luego de cumplir con el Servicio Militar, este muchacho que se considera un cubano normal con virtudes y defectos, sociable, y que le da mucha importancia a la estabilidad familiar, sufrió una lesión que lo desmotivó y lo alejó dos años de los terrenos.

“Estaba decidido a no volver a jugar, pero el profesor Ricardo Eimendiz me llamó y me convenció para recuperarme, con la ayuda también de Vicente Cabo. Yo acepté pero con la condición de irme hacia otra provincia porque veía que mi futuro en La Habana estaba estancado y ahí fue que me puse en contacto con Palacios y le mostré mi interés de ir para Sancti Spíritus

Sin embargo, luego de una campaña muy buena en el sub 23 donde terminó con forja de 2-1 y permitió 2,91 carreras limpias cada nueve capítulos, recibió muy pocas oportunidades en el equipo grande en las dos temporadas que estuvo por aquellas tierras.

Apenas cinco entradas pudo lanzar en estos dos últimos años, donde le anotaron un par de carreras limpias (3,60 PCL) con cinco imparables y un boleto concedido. “La verdad no sé por qué, hasta el día de hoy no lo entiendo”, nos dice.

Ante la necesidad de lanzadores zurdos en la capital y las pocas oportunidades que recibía decidió que era el momento de regresar y probarse en el equipo donde siempre quiso estar, desde el primer día que su padre lo llevó a un terreno de pelota.

“A mitad de esta última serie pedí la liberación y una vez aquí en La Habana me puse en contacto con las autoridades deportivas y les comuniqué mi decisión de volver. Tuve una breve conversación con Guillermo Carmona un día en el Latinoamericano y me dio muy buena impresión”, comenta.

La principal arma de este lanzador, según nos dice, es el control, la ecuanimidad en el box, y la anticipación mental para combinar envíos y poder dominar a los bateadores.

No es un lanzador rápido, su recta fluctúa sobre las 83-84 millas por hora y ha llegado a las 85, y su arma más fuerte es el cambio de bola.

“También lanzo curvas y ahora me encuentro trabajando con el profesor Frank Javier Menéndez perfeccionando la slider y el tenedor, pero sin dudas el envío que más domino y que más me ayuda es el cambio”, confiesa.

Adrián Belfast se siente en condiciones para poder aportarle buenos resultados a la causa azul y quiere dar su agradecimiento a las personas que durante este tiempo lo ayudaron mientras estuvo fuera de casa: “Allá dejé muchos amigos y una magnifica afición que siempre me apoyó. Dejo a mis segundos hermanos y mis segundos padres que son la familia del profesor Palacio que me acogió en su casa, con mucho cariño, como un hijo más y me dio todo lo que necesitaba en el tiempo que allí estuve”.

“Como atleta me considero un guerrero que se entrega 100 % en sus entrenamientos y lucha, incansablemente, por las metas que se propone manteniendo la misma ilusión que sentí el primer día que pisé un terreno de béisbol”, asegura.

A la afición azul también quiso dejarle un mensaje al final de nuestra conversación: “Soy un jugador que más allá de buenos o malos resultados siempre voy a entrenar y a esforzarme al máximo para defender los colores de mi camiseta. Como habanero que soy, al igual que ustedes, soy fans de Industriales y cuento con su apoyo para entre todos juntos poner bien alto a los Azules, donde merecen estar”

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