Nunca antes en la historia del fútbol cubano los aficionados de la Isla habían estado tan expectantes delante de sus televisores para ver un partido de la selección nacional. Jamás el ambiente había estado tan cargado de optimismos y sentimientos indescifrables por un equipo donde los ídolos importados se habían quedado fuera del estadio. Pocas veces escuchamos un grito tan genuino estallar en el aire por un gol, sufrimos y corrimos durante 90 minutos por la cancha con el pecho abierto, y aceptamos la derrota como una tremenda victoria.
Así sucedió, esta semana, en los dos partidos que jugó el equipo Cuba en las eliminatorias mundialistas del grupo C de la CONCACAF. Un conjunto que por primera vez en la historia se armó con varios jugadores cubanos que viven en otros países y se desempeñan en ligas profesionales, un paso gigante de la Asociación de Fútbol de Cuba (AFC) en busca de elevar el nivel de este deporte que ha sido aplaudido por unanimidad por todos los aficionados.
La convocatoria de futbolistas que en algún momento de sus vidas se radicaron fuera del país por diferentes motivos, fue una victoria cubana ante quienes frenaban este proceso y abrió el camino para que otras federaciones nacionales la imiten en un futuro cercano.
Poco importó el resultado. Las dos derrotas recibidas por el seleccionado tricolor no mellaron ni un ápice la satisfacción de ver la unidad de los cubanos que viven en diferentes lugares el mundo, demostrada desde antes que sonara el pitazo inicial cuando abrazados todos, cantaron a viva voz nuestro Himno Nacional, momento glorioso que logró ponerle la “carne de gallina” a la mayoría de los espectadores y a otros más sensibles les arrancó una lágrima furtiva.
Apenas entrenaron como equipo. Uno de los convocados nunca pudo llegar a tiempo, otro corrió del aeropuerto hasta la cancha en un acto de compromiso y lealtad sin precedentes, y en la grama hubo más coraje y deseos que técnicas y estrategias. Sin embargo, se notó la mejoría ante dos rivales superiores y se demostró una vez más que el deporte es un instrumento perfecto para tocar melodías patrióticas que nos unan a todos. Nos vemos en el estadio.
Otras informaciones:
Exacto Boris. Un triunfo de nuestro deporte a tomar de ejemplo y que demuestra no solo el talento de esos jugadores si no sus valores humanos. Un gran suceso , Cuba y los cubanos ganamos. Gracias por tu reporte Boris.
ñooo....
Buen y oportuno trabajo.