Ningún pelotero ha encarnado mejor el espíritu de los Industriales a lo largo de 60 Series Nacionales que el diestro Lázaro de la Torre. Tenacidad, entrega, coraje, sacrificio, efectividad, y pasión son rasgos de la personalidad de este hombre que llevó a La Habana a la gloria, con sus hazañas increíbles, y le dio a este deporte el toque mágico que solo le está permitido a los inmortales.

Sus historias épicas vivirán en la boca de los aficionados durante décadas porque formaron parte de ese acervo industrialista del que viven orgullosos sus fieles seguidores. Ganar seis partidos en una semana (dos como abridor y cuatro de relevista) como hizo en la Selectiva de 1986, repetir la proeza seis años después con el equipo nicaragüense de León en la liga de ese país, y abrir cuatro partidos de cinco para igualar la postemporada del 2001 frente a Pinar del Rio -ya con 43 años en su espalda- para vencer a dos monstruos del box como Pedro Luis Lazo y José Ariel Contreras, son actos heroicos más que suficientes para inscribir su nombre con letras doradas en el libro que recoge las gestas de nuestro deporte nacional desde su surgimiento, a finales del siglo XIX.

El paso del “El brazo de hierro” de la capital por nuestros campeonatos domésticos no se limitó a este tipo de epopeyas aisladas; fue todo constancia durante sus 20 temporadas y es el único lanzador Azul que ha logrado más de 200 victorias (208) para ocupar el quinto puesto entre los máximos ganadores del béisbol cubano.

Jamás le dolió el brazo a este hombre que gracias a un entrenamiento inusual, el cual consistía en correr casi a diario varios kilómetros, logró lanzar en cuatro décadas diferentes con una efectividad de 3,29 carreras limpias permitidas durante nueve entradas y ponchar a 1 716 rivales, en medio de una época plagada de grandes jugadores que empuñaban en sus muñecas el temible bate de aluminio.

Dos veces campeón nacional con Industriales, en 1986 y 1992, vistió el uniforme de la selección nacional en los Juegos Centroamericanos de la Habana 1982, en los Panamericanos de Caracas 1983 e Indianápolis 1987, y en las Copas Intercontinentales de Bélgica 1983 y Edmonton 1985.

A sus 63 años, Lázaro de la Torre continúa al frente del equipo del municipio de Plaza de la Revolución en la Serie Provincial de primera categoría, tratando de impregnarle a sus pupilos toda esa garra y entrega que exhibió en los terrenos y que lo hizo grande, mientras sigue soñando con llevar las riendas, algún día, de ese equipo grande del uniforme azul y las letras góticas en el pecho.

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