Calificar de incorruptible a un árbitro o juez deportivo, es el mejor de los elogios que puede recibir cualquiera de esos imparciales. El trabajo de esos hombres y mujeres, que cada 4 de diciembre, desde el 2001, celebran en Cuba el Día del Árbitro Deportivo, va mucho más allá de la simple aplicación de las reglas de cada deporte.
Al hablar del arbitraje en Cuba, de inmediato se piensa en el habanero Roberto Amado Maestri Menéndez, quien nacido en el capitalino municipio de Regla, el 8 de diciembre de 1909, fue protagonista de un hecho sin precedente dentro del béisbol cubano, cuando defendió a un grupo de jóvenes que se lanzaron a la grama del Coloso del Cerro en protesta contra la dictadura de Fulgencio Batista.
Ese hecho, acontecido un 4 de diciembre, fue transmitido en vivo, y demostró al mundo que la juventud cubana estaba en pie de lucha contra la dictadura de Batista. Sin embargo, no fue el único donde el árbitro cubano puso en claro que los imparciales son responsables de cuanto acontezca en el terreno de juego, pues con anterioridad, el 5 de junio de 1945, en el estadio Delta Park de la Ciudad de México expulsó al magnate local Jorge Pasquel, presidente de la Liga Mexicana.
El suceso tuvo lugar cuando el magnate bajó al terreno con la intención de protestar por una decisión tomada por el colegiado cubano, el cual no se dejó intimidar, se mantuvo firme en su decisión, sin importarle que ello le pudiera costar su trabajo. Al día siguiente, Maestri regresó a Cuba, dejando en claro con su accionar que los jueces no se pueden dejar intimidar, ni corromperse, por más fuertes que sean las presiones que sobre ellos se ejerzan.
Esos ejemplos hacen de Maestri un modelo a seguir por todos los imparciales en Cuba, y en el mundo, y son motivo para que cada 4 de diciembre en la Mayor de las Antillas se celebre el Día del Árbitro en Cuba. Los encargados de impartir justicia son personas de carne y hueso, quienes deben poner a un lado los sentimientos personales y obrar de forma justa, sin embargo, también están propensos a equivocarse.
Pero más allá de las equivocaciones, que en nuestro deporte son pocas, mucho más ahora que la tecnología (aún cuando no sea todo lo seguido que se desea), llega en auxilio de los árbitros para ayudarles a rectificar algún error, o a capturar a quienes pretenden “robarse” la salida, hay que destacar la entrega diaria de esos hombre y mujeres, quienes ponen todo de sí porque, en las competencias deportivas, reine la justicia.
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