La voz de Laura no tiembla; tiene la cadencia firme de quien ha aprendido a hablar con las willis, combatir la soledad desde pequeña y “pagar en carne viva” el precio para que hoy Cuba tenga un ballet clásico consolidado.
A veces, su única hija confiesa, mirando hacia la ventana, que “mamá no ha muerto”. Debe ser difícil para una “testaruda” exbailarina que asumió ser la madre de su madre y la vio morir en repetidas ocasiones sin que pareciera un presagio.
“Todos ven el brillo, pero llegar y que tus padres no te pertenezcan también es sacrificio. Me acostumbré a alejarme y solamente poder compartir con ellos los domingos. Después del divorcio, tenía reservado el mismo día: primero, almorzar en casa de mamá y luego tomar el café de la tarde con papá”, comenta.
De pequeña, sus padres le preguntaron si quería tener un hermanito. Hoy recuerda el rotundo “¡No!” que respondió. “¿Para qué?, si el poco tiempo que me dedicaban no quería compartirlo”, recuerda entre risas.
“A mí nadie me ayudó a hacer las tareas; no hubo una relación sólida entre mis padres y la escuela. Pero los comprendo. Estaban poniendo todo su tiempo y empeño en realizar sus sueños. Ellos trabajaban para realizar la Escuela Cubana de Ballet”.

Un Giselle como homenaje a los Alonso
En el pasado mes de septiembre fue el debut de la Compañía de Ballet Laura Alonso en Giselle, una de las obras más emblemáticas del ballet romántico. En tres funciones, los bailarines y todos los implicados lograron desafiar las adversidades de producción que enfrenta la compañía. Además, durante aquel fin de semana, se percibió una mejoría del cuerpo de baile en cada escena.
Quienes desempeñaron los roles protagónicos, a pesar de los altibajos, demostraron el compromiso de la compañía con este clásico del repertorio cubano. Juntos, no solo interpretaron la tragedia de la joven campesina que muere, sino que manifestaron la resiliencia del arte, uniendo generaciones en un esfuerzo común por mantener viva la magia de la danza.

La compañía volverá a subir a escena con el clásico Giselle los días 21, 22 y 23 de noviembre en la Sala Avellaneda del Teatro Nacional de Cuba.
Por otra parte, la maître adelantó que el 19, 20 y 21 de diciembre se realizará una Gala Concierto en honor al nacimiento de su madre, la Prima Ballerina Assoluta Alicia Alonso.
El programa de la gala incluirá un amplio repertorio de los papeles que —Laura recuerda— mejor representan a Alonso: el pas de deux de Cisne Negro, fragmentos de Giselle, el PDD de Don Quijote, La muerte del cisne y, para finalizar, Carmen. “Este será el regalo de cumpleaños para mi mamá”, afirmó.
Laura, quien confiesa “estar ya acostumbrada a todo y que hoy nada la asombra”, recuerda con mucho orgullo cuando sus padres crearon, en contra de todo, una compañía de ballet en Cuba y sus abuelas colaboraron muy de cerca para que así fuera.

Desde 2019, Alicia es un ser espectral; uno que ya no protege a los hombres para que no mueran, sino que guía a los jóvenes bailarines y susurra correcciones en el viento.
En sus momentos de quietud, quizás rememora con sus grandes compañeros de escena aquellas funciones en el García Lorca, o recuerda sus presentaciones alrededor del mundo.
Y así, a seis años de aquella promesa incumplida —la de vivir doscientos años—, La Habana no llora a una de sus hijas. Sigue aquí. ¡La muerte no es verdad! como dijera Eusebio Leal, historiador de La Habana, durante el sepelio de la excelsa bailarina. “Se convierte en un carro de gloria para quienes, como ella, han alcanzado la fama y el amor de su pueblo”.
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