La danza folklórica no es un simple espectáculo, es un acto de fe, un desafío monumental donde el artista se erige como puente entre lo terrenal y lo divino. Exige la entrega férrea de un atleta, la sensibilidad de un poeta y la humildad de un creyente, forjándose en el constante estudio, pero, sobre todo, en el respeto reverente a las deidades que la originan y al público que la recibe como herencia.
En este espacio sagrado donde el arte es un ritual, Tribuna de La Habana conversa con Yohana Erenia Dusatz Rodríguez, primera bailarina del Conjunto Folklórico Nacional de Cuba sobre su vida profesional y de Al ritmo de la herencia, título que recibe la próxima temporada de la compañía.
Yohana, con 20 años de trayectoria en la compañía, destaca la importancia de rescatar danzas que han quedado en el olvido. “Vamos a hacer un estreno mundial de Ecos del Dahomei. Hemos escogido estas danzas porque son parte de nuestro legado que debemos preservar. Queremos que la juventud conozca y valore lo que nuestros antepasados nos dejaron”, explica. Señala que se han enfocado en las danzas de la comunidad Arará, que aún mantienen sus tradiciones en la provincia de Matanzas. Este enfoque busca salvaguardar el conocimiento y la herencia cultural que corre el riesgo de perderse.
La preparación para las presentaciones incluyó un trabajo de campo directamente con los que aún lo practican– a través de una de las cantantes del conjunto- con “focos” de Arará. Se trata de comunidades donde creyentes radicados principalmente en Matanzas se reúnen de manera familiar, y realizan diferentes rituales, según destaca la joven bailarina.
En Ecos del Dahomei, dos dioses, Gebioso y Afrekete, serán los ejes centrales. Gebioso representa el volcán y el panteón de la tierra, mientras que Afrekete es la diosa de la pesca y la siembra. Yohana explica que estas deidades no solo son figuras, sino que simbolizan la conexión del pueblo con su entorno y su cultura.

Mediante pequeñas historias, han teatralizado y creado una narrativa usando movimientos más profundos, cantos, baile y sonidos onomatopéyicos, llevando a escena lo que podría ser el resultado obtenido en su trabajo con los focos, siempre sin perder la esencia y respetando el culto.
Además, la también profesora del conjunto comenta que todos los bailarines y músicos del folklórico subirán a escena, con música en vivo, usando instrumentos característicos del Dahomei. Por otro lado, el vestuario que usarán es confeccionado con la tela poplín, un material que no posee brillo.
Parte fundamental en la obra la posee el pueblo - representado por el cuerpo de baile-, ya que este será quien emita los ritos entre los toques y cantos para llegar a la festividad donde Gebioso y Afrekete hacen su celebridad.
Durante la entrevista, un tema esencial, del que no se podía dejar de hablar, es sobre el maestro Alfredo O’Farril, primer bailarín de la compañía fallecido el pasado 6 de octubre de 2025. Yohana lo califica como un profesor, un gran amigo y un baluarte; una de las “bibliotecas vivientes” del conjunto.
¨Tuve el placer de aprovecharlo a través de coloquios, y en cuestiones de detalles técnico-profesionales en los que me ayudó ¨Para mí, él representa respeto e integridad. Lo veo como un dios que nos enseñó cómo podemos movernos dentro de la vida cotidiana o profesional, sin perder nuestra esencia. Va a ser siempre nuestro ‘Papá Shangó’, porque realmente fue la máxima exponencia como artista, bailarín y docente¨, destacó.
La profesión de un bailarín está llena de mitos y retos. Si hablamos de los folklóricos, uno de los más comunes es la asociación de su danza con la práctica de la religión yoruba. Sobre esto, la entrevistada comenta: “No es necesario ser religioso para bailar folklore. Muchos creen que estamos obligados a pertenecer a una religión, pero eso no es cierto. La danza es una expresión cultural que trasciende creencias personales. Nosotros somos bailarines profesionales, no ‘subidores de tambor’, y eso siempre tiene que quedar claro. Caracterizamos y teatralizamos, algo que también le gusta al público”.
Concluye comentando que el folklore es un reflejo del pueblo y que cada bailarín aporta su propia interpretación. “Lo que hacemos es proyección escénica, una forma de contar historias que nos conectan con nuestras raíces sin perder la esencia de lo que somos”.

Yohana baila con el alma, honra con los pies
Duzats Rodríguez comenzó sus estudios artísticos en la Escuela Vocacional de Arte José María Heredia, en Santiago de Cuba, y los finalizó en la Escuela Profesional de Danza Folclórica Samuel Feijóo, en Villa Clara. En esta provincia de la región central del país realizó sus prácticas profesionales en la Compañía Folklórica Oché.
Su participación en una gira nacional con esta compañía, que incluyó una presentación en La Habana, marcó un giro decisivo en su carrera. “El entonces director del Conjunto Folklórico Nacional de Cuba, Manolo Micler, Premio Nacional de Danza 2017, se interesó en mi manera de bailar; notaba algo en mí. Tras un conversatorio, me propuso formar parte del conjunto. Sin pensarlo, dije que sí, ya que, a mis 17 años, eso era un sueño cumplido”, enfatizó.
Siendo una meticulosa aprendiz, ha logrado superarse y sobreponerse a muchos retos, como interpretar las danzas de Yemayá, las cuales, según Micler, definen a un buen primer bailarín folklórico. “Es un baile de mucha complejidad a la hora de entablar una conversación con los tres sagrados tambores y los cantantes, además del trabajo de mesa para comprender el porqué de cada intervención, toque o movimiento”.
Alcanzar y mantenerse en el rango de primera bailarina no le ha sido nada fácil. A lo largo de su carrera, ha enfrentado numerosos desafíos, tanto dentro como fuera del escenario. Un ejemplo notable fue su presentación en Qatar, donde las normas culturales exigieron adaptaciones profundas en su arte: desde modificar el vestuario para cubrir las piernas, hasta versionar los roces cuerpo a cuerpo en las coreografías y el uso de armas blancas, estas últimas típicas en danzas de Oggun, orisha de la religión yoruba.
Así, entre el duelo por lo perdido y la fértil cantera de lo nuevo, Yohana Erenia Dusatz Rodríguez se alista para las próximas presentaciones. Demostrado está que no es solo una función; es el latido de una herencia que se niega a silenciarse. Con Al ritmo de la Herencia, nombre que recibe la próxima temporada de funciones, ella y todo el Conjunto Folklórico Nacional del Cuba no solo subirán al escenario, sino que cumplirán con una misión sagrada: resonar, desde lo más profundo nuestra historia.
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