Con motivo de sus próximas presentaciones, Tribuna de La Habana tuvo la oportunidad de adentrarse en los ensayos y conversar con algunos de los bailarines que darán vida a los roles protagónicos y secundarios en las venideras funciones. Entre testimonios, experiencias íntimas con la danza y sinceramientos, los artistas compartieron no solo sus técnicas y preparación, sino también las pasiones y desafíos que enfrentan al interpretar personajes que trascienden escenarios.

Para Grettel Morejón, primera bailarina del Ballet Nacional de Cuba (BNC), el mayor desafío de un artista no es solo ejecutar pasos técnicamente impecables, sino "hacer creíble un personaje, algo real". En la breve entrevista, la artista reflexionó sobre algunas de las esencias de su oficio: ¨Cuando se abren las cortinas, uno quiere ver verdaderos artistas en escena. A mí, por ejemplo, me enamora del arte descubrir una realidad en las personas cuando bailan".

Grettel Morejón y Yankiel Vázquez. Foto: Ramsés Valdés Hatman

En esta temporada, compartirá escenario con su ya frecuente partner, Yankiel Vázquez, con quien ha desarrollado una complicidad y amistad que trascienden los ensayos.

¨Por suerte hemos ido haciendo varias funciones juntos. Nos conocemos muy bien. Eso es siempre un disfrute. Nuestra manera de reaccionar ante cada movimiento o situación es prácticamente predecible; casi lo vamos descubriendo antes de que suceda¨.

Morejón recuerda con especial cariño la gira por China y Vietnam, donde, entre otras danzas, bailó El lago de los Cisnes en teatros que "respiran cultura". Destaca la disciplina asiática: "Ellos trabajan con una tranquilidad que te da paz. Llegábamos el día de la función y todo estaba impecable". Pero más allá de la logística, valora cómo el diálogo artístico puede cruzar océanos. " Al final, la danza es un lenguaje que no necesita traducción".

Nuestra conversación toma un giro inesperado al hablar de las giras nacionales. En Camagüey, donde el BNC no se presentaba desde hacía varios años, evoca cómo el teatro se llenó ¨como si fuera La Habana¨. Mientras, reivindica el legado de Alicia Alonso, quien "llevó la danza pueblo por pueblo", convirtiéndola en un fenómeno social. Lo que solo se mantiene sin evoluciones ni desarrollo (esquemas en las presentaciones), morirá. Hay que buscar la fórmula para seguir creando, no solo manteniendo ", destaca.

Grettel Morejón y Yankiel Vázquez. Foto: Ramsés Valdés Hatman

Vivir por y para el arte

Al preguntarle cómo equilibra vida y vocación, su respuesta es categórica: "Los bailarines no podemos quitarnos la piel al salir del escenario. Primero pensamos en nuestro trabajo, en lo que beneficia a la compañía, a la escuela y después pensamos en nosotros". Reconoce que a veces es un sacrificio desequilibrado, pero insiste: "Si quieres hacer algo bien, no hay otra forma que entregarte por completo".

Druyet: unos meses de debuts

En solo unos meses, Gabriela Druyet ha vivido una transformación artística a la que a muchos bailarines les cuesta años en lograr. De la etérea reina de las Willis en Giselle a la vivaz Paquita, pasando por la delicadeza de Coppélia y el virtuosismo de Cascanueces, su carrera ha sido un crescendo de roles que demuestran su adaptabilidad.

Pronto, el público no la verá en esos personajes que ya ha hecho suyos. En su lugar, veremos a una Gabriela versátil, con la sensualidad de Kitri, con giros audaces y energía contagiosa, combinada con la elegancia sublime del segundo acto de El lago de los cisnes, donde su línea clásica y sensibilidad poética brillan con luz propia.

De aprendiz que se colaba en ensayos a bailarina principal, Druyet demuestra que en el ballet -como en la vida- los límites solo existen para ser superados. Cada día, construye junto a sus grandes profesoras y colegas, su historia: paso a paso, entre puntas y pliés.

Foto: Ransés Valdés Hatman

Gabriela, ¿cómo te has preparado física y mentalmente para estas presentaciones que podremos disfrutar dentro de unos días?

A través de los ensayos y con mucho entrenamiento. Ha sido en poco tiempo, por lo que resulta un poco difícil para mí. Aunque en esta ocasión solo se bailará un acto de cada ballet, no deja de ser desafiante. En el caso de Kitri, es un papel que no tiene mucho que ver conmigo en cuanto a mi personalidad. Soy más suave, calmada, y este es un rol que lleva mucha energía.

Druyet comenta con beneplácito que en las últimas preparaciones ha contado con la asesoría de la primera bailarina recientemente retirada, Sadaise Arencibia, además de nutrirse de otros grandes referentes cubanos como Grettel Morejón, Anette Delgado y Viengsay Valdés.

Gabriela Druyet es la prueba viviente de que la pasión y la perseverancia rompen todos los moldes. Sin estar en el elenco inicial, decidió —junto a una compañera— aprender por iniciativa propia la variación Amanecer del 3er acto de Coppelia, colándose en los salones con el objetivo de aprender. La pandemia detuvo temporalmente los ensayos, pero no su determinación. Al regresar, las puertas se abrieron para quien ya había demostrado que el talento se forja con disciplina y audacia.

Superó el reto de la Reina de las Willis en Giselle, un papel caracterizado por su técnica y carácter, y hoy cosecha los frutos de su entrega con una sucesión de debuts que la consolidan como bailarina principal.

Los bailarines reciben los consejos de sus profesores y compañeros de escena, Sadaise Arencibia, Consuelo Domínguez y Ernesto Díaz Foto: Ransés Valdés Hatman

Entre sueños y desafíos… baila Alejandro Alderete.

Con solo 19 años y aproximadamente un año de egresado de la Escuela Nacional de Ballet Fernando Alonso, Alejandro Alderete asume uno de los roles más esperados de Don Quijote: Espada, el solista de Los Toreros. Confiesa que con una mezcla de emoción y determinación interpretará este personaje icónico, al representar una oportunidad para demostrar una vez más su valía.

Reconoce que el salto a la vida profesional no ha sido fácil: "He tenido que crecer rápido, tanto personal como artísticamente. En la escuela teníamos una forma diferente. Aquí se requiere más técnica y expresión".

Alejandro Alderete y Nadila Estrada. Foto: Ramsés Valdés Hatman

Sin embargo, su talento lo ha llevado a asumir roles clave en tiempo récord: "Ya hice el Pas de Trois y el Pas de Six de El lago de los cisnes, Amigos en Giselle, Rítmica y Majíssimo".

" Para mí lo más importante es la fortaleza mental. Dejo de ser Alejandro para ser el personaje. El público puede no saber de técnica, pero siempre capta lo que transmites", afirma Alderete.

Trabajar junto a sus ídolos —"aquellos que admiraba de niño"— lo llena de orgullo y lo motiva a superarse: "El ballet cubano sigue fuerte, y yo quiero estar a la altura de esa tradición". Sus expectativas son claras: "Seguir creciendo cada día hasta ser un primer bailarín reconocido mundialmente".

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