Sobre experiencias diversas de la participación de mujeres y personas de las comunidades indígenas, afrodescendientes y LGBTIQ en la realización audiovisual, cómo medirla y subvencionarla, cuánto más falta por hacer y la necesidad de mayor apoyo en Cuba para las mujeres realizadoras veteranas de Cuba, se intercambió en el panel Retos y nuevos caminos. Miradas del cine iberoamericano a la inclusión y la diversidad cultural.

El encuentro, insertado en el programa de la edición 45 del Festival de Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano estuvo organizado por el Proyecto Palomas. Casa Productora para el activismo Social, el Fondo de Población de Naciones Unidas (Unfpa) en Cuba y el Instituto de Arte e industrias Cinematográficos (Icaic).

Este panel contó con la participación de Daniela Alatorre, directora del Instituto Mexicano de Cinematografía; Christian Michel Salazar Tarazona, coordinador de la Unidad Jurídica y de proyectos de la Secretaría Ejecutiva de la Cinematografía Iberoamericana; Marisol Alfonso, jefa de la Oficina del Unfpa en Cuba; y la doctora en Ciencias Médicas Beatriz Marcheco, presidenta de la Sociedad Cubana de Genética Humana.

Conducido por la realizadora cubana Lizette Vila, directora del Proyecto Palomas, versó sobre la inclusión de la diversidad cultural y la protección integral de los derechos humanos, las posibilidades y beneficios de la colaboración, los proyectos, las vías para apoyar la creación de grupos que han estado generalmente al margen y los indicadores para medir avances, entre otros.

Según señaló Marisol Alfonso, la alianza entre esas tres instituciones, –impulsada por mujeres-, se propuso llevar al festival algunas de las temáticas que el cine ha reflejado y posicionado desde su función social, pero en no pocos casos perpetuando algunos prejuicios y discriminaciones, dada la mirada y la sensibilidad hacia esos temas.

Unfpa, junto a Palomas y el Festival de cine, dijo la jefa de la Oficina del Unfpa en Cuba, por segundo año, incorporó una sesión para debatir sobre preocupaciones de tipo social que el cine ha abordado.

Unfpa, que en 2024 celebró sus primeros 50 años de trabajar en Cuba, que tiene entre sus objetivos es contribuir al ejercicio de los derechos sexuales y reproductivos, la igualdad de género, priorizando poblaciones que siempre han estado más atrás y que no se ha logrado aunque esa distancia se acorte, dijo Alfonso.

Al respecto señaló que ese foco hace al fondo nosotros trabajar especialmente con mujeres, con personas en condiciones de discapacidad, afrodescendientes, con identidades de género no heteronormativas “porque son las personas que casi siempre se quedan fuera de todas esas otras políticas que son de carácter universal que quieren llegar a todo el mundo”.

En la mirada de hacer cosas diferentes, esa alianza con el cine puede ser muy beneficiosa para lo que hacemos, tratando de lograr un mayor alcance, dijo y recordó que las desigualdades casi nunca están solas, porque se superponen, toda vez que la discriminación por motivos de género coexiste con otros tipos de discriminaciones, de ahí que la mirada interseccional es clave para poder trabajar con esta mirada de llegar primero a quienes más lo necesiten.

El cine, apuntó, tiene una función transformadora y también oportunidades desde el punto de vista comunicacional y educativo, posibilidad de lograr empatía con diferentes realidades diferentes a través de personajes y espacios, permite trabajar los temas que tienen que ver con las discriminaciones y trabajar el sufrimiento que ocasiona ser estigmatizado por diferentes motivos, entre ellos, los motivos culturales y étnicos.

Foto: Raquel Sierra

En Cuba, el fondo trabaja con el Programa Nacional de lucha contra el racismo, la discriminación racial (Color Cubano) “que nos permitió como Fondo de Población poder integrar en una plataforma política algunas iniciativas más aisladas que veníamos haciendo, con participación de mujeres afrodescendientes y generación de datos”.

Para ello existen tres espacios de trabajo: la primera la generación de datos, que las personas se vean en su diversidad y su complejidad, tratando de alcanzar información desagregada que permita conocer esas personas que más necesitan estar incluidas. Una segunda, el diseño y acompañamiento a políticas, que la participación, de manera que las personas sean parte de los procesos.

La directora del Instituto Mexicano de Cinematografía se refirió a los retos que la institución que dirige, entre ellos, la descentralización y cómo hacer para distribuir los recursos y buscar mecanismos para la inclusión y la diversidad cultural, como un derecho al acceso a la cultura. En esa cuerda, indicó que en todas las convocatorias de ese instituto, reciben puntos extras las películas de mujeres y de directores o directoras indígenas o afrodescendientes y a personas o proyectos con temáticas visibilicen a las comunidades LGBTIQ+, para la entrega de los recursos.

Por otra parte, abundó, los procesos formativos buscan garantizar que exista ese balance y comités que eligen los proyectos que recibirán subsidios, también están conformados de manera equitativa. Por otra parte, desde 2019 existe una convocatoria que apoya específicamente proyectos de México y Centroamérica, dirigidos por directores indígenas o afrodescendientes, que busca financiar procesos de producción y hacer encuentros y acompañamiento.

En el caso de CASÍ, una organización internacional que representa los institutos de cine de América Latina e Iberoamérica, que existe desde hace 30 años, pero que desde hace unos cinco trabaja en diferentes temas de agenda pública. Según explicó Salazar, se han enfocado en cinco temas: formación, género, diversidad cultural, distribución y circulación y fomento.

En los últimos años, dijo, la principal labor ha sido generar información sobre políticas públicas, enfocadas a la igualdad de género y la promoción de la diversidad cultural, para analizar aquellas que fortalecen la igualdad de género. A su vez, han generado indicadores que permiten medir el desarrollo de las políticas públicas en el audiovisual, que abarca desde definición de género, uso de lenguaje inclusivo, cuotas, rodajes seguros, protocolos para espacios de formativos para escuelas de cine, incentivos fiscales, igualdad de género no solo en la variable hombre-mujer, sino también en la comunidad LGBTQ+, entre otros, y que se actualiza cada dos años.

Al presentar a la médica Marcheco, Lizette Vila, directora de Palomas, reflexionó: “estamos hablando de políticas públicas, de indicadores, pero estamos hablando de las personas, del dolor de las personas. Están las discriminaciones, están las deudas sociales, que son muy profundas y cada vez más”.

La científica cubana señaló que existe una brecha entre el conocimiento producido por la ciencia médica en las últimas cinco décadas y su utilidad social, al no ser capaces desde la ciencias de “entregar al gran público la traducción de lo que hemos aprendido” y consideró el espacio una oportunidad de poner en manos de quienes tienen el don de la creación y de poner en imágenes los hechos y los sueños, quienes deben ser de los principales aliados para contarles a las personas esos saberes y que podrían contarse a través del cine.

Al respecto, señaló que con el proyecto del genoma humano se ha llegado a saber que los seres humanos son idénticos en más de 99 % de la información genética. Eso nos dice, apuntó, que los seres humanos tenemos mucho en común en todas partes del mundo, y que esa mínima diferencia y los contextos sociales, socioculturales y medioambientales definen la diversidad humana. “Ese es uno de los retos que tenemos que trasladar, para comprender la importancia de amarse y qué nos distingue, nos identifica y nos hace ser únicos”, enfatizó.

En el campo de la Medicina y Biología, desde hace 40 años estamos tratando de deconstruir el concepto de raza y como parte del Programa Nacional de lucha contra el racismo y la discriminación racial (Color Cubano) se discutía cómo pedirle a autores de revistas médicas que no empleen en sus publicaciones el término raza.

Marcheco enfatizó en la necesidad de enseñarles a los niños, ya sea con películas animado en escuelas, cuál es el significado biológico del color de la piel. En Cuba, indicó, existen 105 de los 110 tonos de piel registrados en investigaciones a nivel global, sin embargo, se estratifican a las personas en tres colores de piel.

“Necesitamos contarle a la gente para que aprenda, es la única manera de deconstruir conceptos que están fijados en la conciencia de las personas, que construyó en la subjetividad del ser humano un colonizador, con el fin de inferiorizar a otros” y convidarlos a trasladar estos mensajes pensando en el aforismo que reza “conócete a ti mismo y conocerás al universo”, convocó la científica.

Foto: Raquel Sierra

Voces para la reflexión

Grisel Rodríguez, de Unfpa, consideró claves las alianzas que puedan establecerse con proyectos de investigación y acción para el cambio, con productoras y productores y productos comunicativos, porque ese tipo de material podría ser de mucha utilidad para las acciones que se realizan en pos de la no discriminación.

A su vez, llamó a continuar trabajando por la sensibilización y capacitación de personas que están haciendo cine y audiovisuales, algo relevante para poderlo hacer de mejor manera, porque no necesariamente ser mujer, por ejemplo, significa que se tiene esa sensibilidad hacia el género y la inclusión.

Desde su experiencia, Carla Vitantonio, de la oenegé CARE Internacional, también actriz y autora, se refirió a las historias de ficción que ganan los proyectos, en ocasiones machistas y racistas y llamó a pensar dentro del gremio del cine en lo implícito, “no solo en cómo creamos las historias, sino en las que ganan los concursos”.

El director del documental Voces transparentes, Eduardo Rodríguez, explicó que ese audiovisual que propone la visibilización de dos mujeres transgénero, que le permite al público comprender cómo viven esas dos mujeres.

El cine nos da la oportunidad de sensibilizarnos, es la oportunidad que tenemos para poder construir un discurso donde podemos abrirnos al entendimiento y es cuando podemos comprender, y al aprender, aceptar”, dijo.

En el caso de Yasmani Castro Caballero, coordinador de la Muestra de Cine del Caribe y realizador audiovisual, quien se interesa en el cine en personas que la historia del cine no ha priorizado: mujeres, personas LGBTI y los negros, consideró que el cine y el audiovisual muchas veces tiene carencia en esos puntos y esas personas se quedan fuera, por ello, en la muestra de 2023 se conversó con el cine LGBTIQ+ y en este, se abordará la cuestión afrodescendiente en el Caribe.

Castro Caballero, quien se encuentra realizando su primer largometraje documental Gente de color o una definición estúpida, destacó la importancia de la “formación intelectual para llegar a discernir y desarrollar los proyectos”, pero “lo más importante sería que se sume más gente y haya más proyectos”.

Por otra parte, señaló que en las dos primeras convocatorias extraordinarias del Icaic se trataron los temas de la mujer y la comunidad LGBTIQ y “cuando le tocaba a la cuestión racial, no se han dado más los premios del concurso”.

Esto evidencia, valoró, que todavía hay que seguir diseñando proyectos en función de esto y de que son necesarios espacios como estos porque todavía el cine hacemos, pensamos y proyectamos solo se ve en una sola forma y las personas que están al margen no tienen la capacidad de ver sus historias, además de contar también las historias de éxito.

Sergio Cabrera, coordinador general de Palomas, defendió el apoyo para las cineastas cubanas mayores y que se pueda el próximo año, en la edición 46 del festival, premiar un proyecto para cineastas mujeres mayores de 60 años, “que sería un homenaje a las que no lo lograron”.

Por ahí, consideró, va también la deuda de por qué visibilizar las historias de dolor y también de reparación, “porque en las dinámicas sociales y artísticas, es preciso hablar, denunciar, reparar, pero también visibilizar las historias de quienes no lo lograron y no han tenido los recursos para llegar a las posibilidades o que se han autoexcluido porque creen que no tienen derecho”.

Para Cabrera, muchas personas no encuentran los espacios, porque estos no existen.
“Las personas no son números cuando se miden a nivel de estadísticas, son historias de vida, no solamente de quienes sufren las enfermedades, sino también de sus familias, y quienes acompañan esos procesos siempre son mujeres”, dijo.

Foto: Raquel Sierra

Mirada desde Palomas

En estos 45 años, el proyecto Palomas ha acompañado, primero, desde la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac), ese espacio de pensamiento, que es un enlace muy importante dentro de la estructura del Festival del Nuevo cine latinoamericano, porque da la posibilidad no solamente de estar presenciando obras de diferentes lugares de nuestra región, sino también de otras, sino que esa presente, latiendo también el pensamiento relacionado a esas causas y deudas sociales, declaró la directora de Palomas.

Para Vila, se trata de una tribuna muy importante en la que las creadoras y creadores del audiovisual debieran participar más, porque hay una posibilidad de conversar, dialogar y sentir desde ese pensamiento que se expresa posteriormente en la manera de realizar esas creaciones y obras audiovisuales.

Ese espacio, donde pueden confluir ideas comunes o no, es un espacio de libertad, de democracia, y que al final se revierte en lo que queremos y que es uno de los estandartes de este festival: la justicia social, consideró.

“Es un momento de tantos conflictos humanos, liderados por las grandes hegemonías, de tantas muertes, no solamente por los conflictos bélicos, sino también por todo lo que está expresando la naturaleza, tan herida y violentada”, reflexionó.

A juicio de Vila, tan o más relevantes que los espacios de talleres sobre el mercado y el derecho de autor, son estos dedicados al pensamiento, desde el discurso narrativo emancipador que necesitan los públicos y los pueblos, y el arte audiovisual es un recurso movilizador de conciencias y de actitudes y expresiones humanas, de compromisos y responsabilidad.

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