Este 20 de octubre, Día de la Cultura cubana, convocó –una vez más- a la reflexión sobre aquella jornada en la cual se escucharon, por primera vez, las notas del Himno Nacional escrito en 1868 por el patriota y músico Perucho Figueredo.
Con el triunfo de la Revolución cubana, en 1959, se lograba la independencia definitiva proclamada en cada estrofa en la cual nos señala el camino de resistencia que defiende nuestra soberanía, cultura, identidad; frente a los designios de todas las ad-ministraciones del gobierno de Estados Unidos en su empeño por lograr que la fruta madure –como sentenció un 28 de abril de 1823, el secretario de estado norteamericano John Quincy Adams, en el despropósito de apoderarse de Cuba.
La soberanía contenida en los reclamos del alegato de defensa de Fidel: La historia me absolverá –expuesto durante el juicio por los ataques a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes- fundamenta la continuidad del legado martiano que juraron defender los jóvenes del Centenario liderados por Fidel (1953) y el establecimiento de un programa que permitió hacer germinar la simiente del pensamiento del Héroe Nacional: “Ser cultos es el único modo de ser libres”.
Esa fue la base para la Campaña de Alfabetización que se inició en 1960, oficialmente, sin dejar de tener en cuenta el precedente con la creación de escuelas en los territorios liberados de la Sierra Maestra por el Ejército Rebelde y la cual sus maestros fueron los propios guerrilleros, y cuya expansión permitió llevar la enseñanza a los lugares más recónditos del archipiélago; incluso los barrios periféricos de la propia capital.
El 24 de marzo de 1959, se creaba el Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC), que posibilitó llevar el cine a las montañas en aquellos camiones que portaban la magia del llamado séptimo arte y vislumbraba el camino que, a partir de la fundación de la Escuela Nacional de Arte (1962), llevaba la Cultura a un nivel más alto con la expansión de la enseñanza artística por todo el país y sentaba las bases para el desarrollo del cartel del cine cubano que durante más de tres décadas adquirió prestigio internacional como una muestra evolutiva de las artes visuales y la gráfica en la Revolución.
El último día de aquel mes de marzo de 1959, se promulgaba la Ley 187 que marcaba el nacimiento de la Imprenta Nacional de Cuba, bajo la dirección del intelectual Alejo Carpentier, una institución que estableció la dinámica de la política editorial del país con aquel primer ejemplar icónico de nuestra gráfica: El Quijote de la Mancha.
El 16 de junio de 1959, marca la fundación del Teatro Nacional de Cuba, con la firma de Fidel en su condición de Primer Ministro. Dos años después se creaba la Escuela Nacional de Arte, en 1962, la cual inició la expansión de la enseñanza artística a todo el país.
De esta manera se cumplía, con pasos agigantados, los pilares que fundamentan nuestra identidad nacional, y el enfrentamiento a las corrientes divergentes que podrían fragmentar la unidad de la cultura, en las posiciones asumidas por los intelectuales, escritores y artistas. La reunión conocida por Palabras a los intelectuales, en reuniones (marzo-junio de 1962) en la Biblioteca Nacional de Cuba, expresaba Fidel:
“Esto significa que dentro de la Revolución, todo; contra la Revolución, nada. (…) Porque la Revolución tiene también sus derechos; y el primer derecho de la Revolución es el derecho a existir”.
El líder histórico de la Revolución cubana, consideró a la Cultura como una de las mayores fortalezas de la nación, la unidad en torno a la identidad y las tradiciones representaron para él la columna vertebral en defensa de la soberanía de la Patria. Surgieron estructuras esenciales para sustentarlo, entre las cuales destacan: la Casa de las Américas, el Sistema de Escuelas de Arte, el Ballet Nacional de Cuba, la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, UNEAC, y posteriormente para las jóvenes gene-raciones se creó la Asociación Hermanos Saíz, AHS.
Fidel enfatizó en la formación de instructores de arte, diseminándolos desde entonces por toda la geografía cubana. Esa visión ha permitido que niños, adolescentes y jóvenes de cada uno de los niveles de enseñanza cuenten con conocimientos elementales para futuras vocaciones artísticas y también literarias, y al mismo tiempo promovió la cultura comunitaria para satisfacer necesidades espirituales, estéticas, e intereses de la población.
La cultura cubana es reconocida internacionalmente por organismos de Naciones Unidas como la UNESCO, y es además referente mundial por sus estilos tradicionales, la profesionalidad de sus artistas y la influencia de su música, bailes y expresiones patrimoniales como escudo y espada de una nación dispuesta a defender su identidad y soberanía.
En la clausura del II Consejo Nacional de la Uneac, en el Palacio de Convenciones, el 8 de julio de 2022, ratificaba el Primer Secretario del Comité Central y Presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez: “Universalidad e identidad resultan inseparables en la cultura cubana, uno alimentando a la otra y ambas tributando a la conformación de la originalidad que nos distingue. Esa originalidad es pieza clave en la historia de los pueblos, está en la base de nuestra resistencia. (…)Tenemos, y es una gran fortaleza, nuestra organización institucional bien establecida y consolidada en diferentes sistemas de trabajo: un sistema nacional de medios de comunicación, un sistema de educación, un sistema nacional de instituciones culturales, un sistema de publicaciones y sitios en el espacio digital”.
Esta jornada por el Día de la Cultura cubana ha demostrado que nuestro pueblo mantiene intacta la cultura de la resistencia y la solidaridad que se pone de manifiesto en los momentos más difíciles y siempre vinculada a un pensamiento de unidad que nos permite enfrentar cualquier desafío hasta alcanzar la victoria.
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