Parece entonces como si yo y yo fuésemos dos personas que se persiguen mutuamente.
Es en la evasión donde está el sentido de mi propia seguridad.
Oh eva
évame malú
évame malú
Carlos Oroza
Fragmento del poema Malú

Confieso que me sedujo el nombre. Évame, título de la muestra bipersonal de Gabriela y Greta Reyna (La Habana, 1991), acaparó toda mi atención, en primera instancia, por la poesía encerrada en el significado de la propia palabra, que luego descubrí entre los versos del poeta español Carlos Oroza. Luego, me atrajo indiscutiblemente el hecho de disfrutarlas juntas, por primera vez, en una muestra solo para ellas. Además del vientre compartido, las une lo que hace visible lo invisible: el arte.

De izquierda a derecha: artista Greta Reyna, una de las curadoras de la exposición, Flavia Valladares Mas; y artista Gabriela Reyna. Foto: Yamil Orlando

El jueves 22 de febrero, a las 5:00 p.m., en el Centro Hispanoamericano de Cultura, ocurrió la inauguración de esta muestra familiar. Según comenta la nota del catálogo, el público disfrutará de un recorrido por las memorias de sus infancias, en su casa compartida de Lawton, que “entre pinturas, jarrones, muebles de estilo, telas, vestidos, se conformaron sus gustos y tuvieron lugar sus primeras experiencias estéticas”.

A través de la cuidada curaduría de las historiadoras del arte, Nayr López García y Flavia Valladares Mas, nos llevaron por los caminos de un pasado cargado de emociones, sensaciones y recuerdos, construidos a base de dulces pedacitos.

Estos recuerdos, que también se comparten y se entrelazan, nos llegan a la realidad a través de dos maneras muy diferentes de abordarlos. Los que hemos seguido de cerca las poéticas de ambas artistas, conocemos que sus procesos artísticos son muy personales y de muy fácil reconocimiento y distinción.

Instalación DIJISTE QUE ME TRAERÍAS DONDE CRECEN LAS FLORES DE VERDAD (2015-2024), de la artista Gabriela Reyna. Foto: Yamil Orlando

Para Gabriela, su intimismo se describe en esta muestra, fundamentalmente, a través de la instalación, el video performance y, en menor medida, la técnica pictórica. En obras como DIJISTE QUE ME TRAERÍAS DONDE CRECEN LAS FLORES DE VERDAD (2015-2024) nos presenta una instalación construida con sacos de trajes masculinos y flores naturales, trayendo a escena su trabajo con lo textil, tan recurrente en su obra desde hace algún tiempo.

Gabriela trabaja con la ropa, y erige escenas con ellas que reviven lo performático. Los recuerdos de la artista son presentados de manera casi documental y/o fílmica; en algunas ocasiones, y en otras no, llega a usar la técnica propiamente audiovisual.

Objetos rotos de la artista Greta Reyna. Foto: Yamil Orlando

En el caso de Greta, los objetos rotos se han convertido casi en una obsesión. Desde hace algunos años, trabaja una serie que tituló Objetos rotos, y en la que ha trabajado la instalación, la escultura y la pintura. Lo que para muchos puede ser desechable por estar quebrado, a la artista le mueve su sensibilidad.

Para la muestra, esta serie se tradujo mayormente en tela, en la que se visibilizan representaciones abstractas. Sin embargo, ella prefiere traducir lo que estamos viendo: acrílico sobre tela estampada que, por su deterioro, ya no se usarán. La belleza de las representaciones las hace únicas, en tanto parece que dibuja en grandes dimensiones las células del objeto, vistas desde un microscopio.

Gabriela y Greta son dos artistas que saben narrar las intimidades de su vida de una manera única. Existe en sus obras la sensación de la nostalgia que bien se puede apreciar, pues parece “flotar” en el aire de cada tangible representación. Son “artistas del drama”, pero no en el sentido trágico que puede traducirse el término, sino desde la capacidad que tienen de llevar a la escena artística sus interioridades, sus experiencias, sus historias de vida.

En la literatura, el género drama es la forma expresiva donde los personajes adquieren vida gracias a un grupo de actores y actrices que lo escenifican. Con estas artistas sus obras son los actores que, a partir de códigos no verbales, describen y dan vida en la galería de las memorias de ambas.

No se trata de tragedia ni comedia, sino la combinación fabulosa de las dos –de lo que se compone la vida– que logra llevarnos a ese viaje de emociones dulces y profundas, y de empatía. Todo ello, unido por el tema, el motor que mueve el mundo: el amor.

Volviendo al título, para las creadoras Évame implica una convivencia de sentidos: seducción, tránsito, alteridad, un llamado a la empatía y a la capacidad de ponerse en el lugar del “otro”. Ellas, sin lugar a dudas, lo consiguen del todo.

Todo el mes de marzo, en el Centro Hispanoamericano de Cultura, sito en Malecón 17, entre Prado y Capdevila, se presentará este viaje de acumulación de emociones y experiencias que no debe dejarse de visitar.

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