Salió de Cuba a los siete años. Ha estado en dos ocasiones anteriores, brevemente. Ahora regresa con ocho grandes piezas inspiradas en el país que lleva en la sangre y el alma, para una exposición soñada en el Museo Nacional de Bellas Artes. El pintor Enrique Martínez Celaya está de vuelta al país de su infancia y sus raíces.

En carboncillo, cera y óleo sobre lienzo, Martínez Celaya quiso traer a La Habana algo nuevo, algo que no haya estado en pared alguna. Surgieron así las pinturas de gran formato de Los muertos llaman al alba: La puerta, La escalera de flores, Las lágrimas rutinarias, El regalo, Los corales de la espera, Los viajeros y Los que nunca se van, que llegó para quedarse.

Foto: Raquel Sierra

“Este trabajo que está aquí está específicamente concebido no solamente para para La Habana, no solamente para Cuba, no solamente para el Museo, también para mi vuelta”, dijo en encuentro con la prensa.

Para el pintor, nacido en Palos, Nueva Paz, exponer en Cuba tiene matices muy diferentes a cuando lo hace en los tantos museos del mundo donde expone. “Es imposible para mí no envolverme emocionalmente con esta exhibición, de una forma que es muy diferente a una exhibición en Estocolmo o Alemania”, comentó.

Foto: Raquel Sierra

Desde que se fue de Cuba y durante los últimos 52 años, dijo, le han preguntado de dónde es, “y es muy diferente ahora, llegar aquí, estar hablando con ustedes, ya esa pregunta no existe. Soy cubano y estoy hablando con cubanos y eso hace una diferencia vital en mi respuesta a este trabajo”.

Antes de ser aprendiz de pintor, en su adolescencia, su interés y educación original, fue la literatura. “La literatura, la filosofía y principalmente, ahora la poesía, se mantiene como una parte muy crítica de mi trabajo y esa educación intelectual y emocional de la literatura desde los 13 a los 21, que continuó después…fue crítico para mi entendimiento de qué es el arte y por qué quiero hacerlo”.

Foto: Raquel Sierra

La muestra que se expone hasta mayo en el tercer piso del MNBA difiere en su proceso de creación de otras, según el pintor. Habitualmente, pinta y repinta y depende de sus reflexiones escritas y de concebir las obras para los espacios donde se expondrán.

En este caso, reveló, “decidí hacer una estrategia diferente con estos trabajos”…”necesitaba mucho más de depender de escritos y reflexión, que es algo que no he hecho así como en 20 años”.

A su vez, destacó que “todas las pinturas están basadas en un interior de Cuba, un interior de arquitectura cubana…algunos son más domésticos y menos conocidos que otros”.

Esta exhibición ha sido posible por la iniciativa e impulso de la Fundación Los Carbonell, y su presidente Nivaldo Carbonell, coordinador de proyectos de artes visuales del Fondo de Arte Joven (FAJ), en colaboración con el Museo Nacional de Bellas Artes.

Desde su partida, hace 52 años, estuvo en Cuba en dos ocasiones, una por razones de índole familiar, y otra, para la Bienal de La Habana de 2019, cuando puso al alcance de la audiencia un trineo, en el Malecón.

“Ahora vine con mucha más conciencia de que volvía. En realidad, la preparación de esta exhibición fue una preparación para el retorno… estaba pintando, pero también estaba preparando la vuelta para acá”.

Foto: Raquel Sierra

Aunque abandonó hace años la física de láseres y la mecánica cuántica, considera que “la física tiene esta promesa de que uno podía entender el mundo a través de ella” y es “un proceso de entender lo que sabes y lo que no sabes y cómo puedes investigar y llevar esa barrera de lo que no sabes un poco más adelante.

La claridad que te ofrece del entendimiento del tiempo, la perspectiva que le da la posición de un humano comparado al mundo entero es muy poderosa y para mí la filosofía y la física están muy conectadas, y la física está muy orientada a la poesía, en cierta forma, y sigue siendo una influencia en mi vida”.

Para Martínez Celaya, hay dos fuerzas muy importantes en ser artista, una es siempre sentirse como principiante, aproximarse a las pinturas como si estuviera empezando a pintar. “La pelea está en tratar de mantenerse como principiante, como aprendiz, que trae también una humildad, tiende a evadir esa repetición del trabajo de uno, porque uno sabe lo que hace, lo hace más y lo hace más y lo hace más y eso para mí es una tortura, es un volverse como un esclavo de uno mismo en el trabajo que uno hace”.

Foto: Raquel Sierra

“Quiero reinventarme, porque nunca antes he hecho una exhibición en el Museo Nacional en La Habana, como cubano, volver atrás, y entonces, la única respuesta a eso es reinventarme otra vez”.

Según el pintor, decir que no hay nada biográfico en su trabajo es como un juego. Muchas veces, dijo, es su punto de partida y hay en estas pinturas muchas cositas muy biográficas, personales, de la historia mía, de la historia de gente que he conocido, están aquí claro siempre, pero la razón por la que están esos es para ponerme en una posición de inversión con lo que hago.

“Las pinturas nunca pueden ser acerca de pinturas o acerca de ideas distanciadas, siempre me siento que tengo que estar involucrado, involucrado de una forma que lo que haga valga la pena, que lo que haga en inversión de esfuerzo, merite dedicarme completamente a ella y la forma que logro eso es asegurarme de lo que estoy haciendo tiene algún tipo de enlace emocional conmigo y entonces así ya sé que no puedo trivializar la pintura, no puedo volverme experto en mí mismo, no puedo copiar porque sería una traición a ese enlace que tengo”.

Foto: Raquel Sierra

Puertas abiertas a la obra

Según expresó Carbonell, esta idea de la exhibición en el MNBA surgió hace unos años, de la mano de Juan Delgado. Con obras en más de 58 museos del mundo, no así en América Latina, “la primera idea que nos vino a la mente fue tratar de realizar una muestra en el Museo Nacional de Bellas Artes de Cuba”, donde encontraron el apoyo del equipo y de las instituciones.

Dijo además, que desde su llegada a Cuba, Enrique ha disfrutado el retorno y ha sostenido diversos encuentros con jóvenes artistas, a quienes les ha transmitido sus experiencias, a la vez que anunció la donación al MNBA de una de las obras incluidas en la exposición.

Foto: Raquel Sierra

Al dejar inaugurada la muestra, el pintor señaló: “es una exhibición como ninguna otra para mí, y por eso fue que la hice especialmente para este museo, no quería que ninguna obra que hubiera hecho para nada más estuviera aquí. Tuve conciencia del contexto, lo que quiere decir el retorno para mí y para mi familia, el espacio en sí, las otras obras que están en el museo y traté que todas esas cosas estuvieran consideradas”.

“Al final, apuntó, las piezas son un poco una carta al tiempo, una carta a este momento con ustedes, con Cuba y una carta a lo que fue y el tiempo en el medio: fui de Cuba a España, de España a Puerto Rico, después a Estados Unidos…espero que les guste la exhibición, pero, les guste o no, se las ofrezco a todos ustedes con mucho cariño”.

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