Nos presentaron. Le comenté, “Qué casualidades tiene la vida. Hace mucho te admiro y ahora recuerdo al hombre que, en las mañanas -cuando en la ruta 95 iba para el trabajo-, frente al cine Pionero, te veía pasar tomando de la mano a un niño con uniforme escolar y me decía: ¡Qué padre!, todos los días lleva a su niño a la escuela…, Ahora sé que es Gabriel, el más pequeños de tus dos hijos.
Hace apenas una semana le pasé un mensaje y respondió: “Estoy mejorando, gracias. “Ese correo corto en un hombre tan conversador, que omitía la palabra clave en nuestras conversaciones, “flaca”, trasmitía que el fin se acercaba.

Sabía que fue el sonidista del cineasta Santiago Álvarez, que llegó a la televisión a finales de los ochenta y hacia grandes reportajes de repercusión. Marcó mi vida porque me enseñó cómo dirigir a un camarógrafo, a pedir planos que tendrían varias lecturas, aprovechar los paisajes, las luces naturales y artificiales, el sonido ambiente, en fin me ayudó a ser otra periodista en la televisión
En los años noventa fuimos vecinos en Alamar y aún recuerdo que tenía en mente, en pleno período especial. De este país, irse a la Sierra Maestra a fundar una televisora. Lo miré y le comenté: “Yo creo que tú estás loco, ¿imaginas cómo debe estar ese lugar?”. Lo logró. Creó la Televisión Serrana y, con incipientes realizadores le cambiaron el rostro al documental, en Cuba.
Esta mañana la televisión cubana dio la noticia. En medio de mi sala, una inusual lluvia nubló mis ojos y sentí las lágrimas cuando brotaron incontinentes por el fin de la vida que pudo seguir teniendo aquel hombre bonachón, trabajador, jodedor, conversador, que no le negó el saber a nadie y que el día que decidió partir para la Sierra Maestra me dijo: "Flaca yo alfabeticé allí y esos guajiros marcaron mi vida…, por allá voy a compartir con ellos. Daniel Diez fue feliz.