De una sola cosa estaba seguro: quería ser artista. A sus nueve años de edad, ese concepto le resultaba complicado, pero aquella mañana de 1970, la inquietud por lograr sus sueños lo condujo a las puertas del Instituto Cubano de Radio y Televisión (ICRT), en el Vedado habanero. Allí le preguntó al custodio: "Señor, ¿cómo puedo ser artista?". Él le indicó que en el décimo piso podía encontrar a Julio Cordero, entonces jefe de la programación infantil.
Así, Antonio Arroyo realizó su primera audición para un espacio televisivo. Ese mismo año, llegó a la pantalla chica con el cuento de Peter Pan, donde interpretaba la sombra de Albertico Pujol. ``Como ese personaje salía todo tapado, me pusieron a hacer de malo, y luego mi participación en los programas infantiles se volvió habitual´´.
"Comencé a estudiar Filología a los 18 años. Me presenté a las pruebas para ingresar al Instituto Superior de Arte (ISA), pero no me aceptaron y me frustré mucho. Creo que ese sentimiento me sirvió para crecerme. Como la actuación era lo que me gustaba, nunca cesé en el empeño".
-También estudió Arte y Literatura Hispánicas, ¿qué le inspiró a hacerlo?
Como continuación de estudios, las opciones eran Lingüística, Letras Clásicas o Literatura Hispánica. Esta elección me permitió tener un dominio general de la lengua española. Yo era un lector voraz. Sentía una necesidad enorme de saciar mis deseos de leer y la carrera exigía estar todo el día leyendo en la biblioteca.
Aunque, en aquellos años, hubo una prohibición de ciertos autores, en la biblioteca de la facultad estaban los libros de todos. Aquello era un paraíso de conocimiento, porque el conocimiento no tiene ideología. Resultó muy importante para mí, que soy un negro de La Palma, conocer que el universo estaba más allá del barrio donde aún vivo.
-¿Sus padres lo apoyaron en su decisión de ser actor?
Mi mamá me apoyaba mucho. Ella es la persona que más me ha querido, no porque fuera mi mamá, sino por el vínculo tan fuerte que establecimos. Nunca nos hablamos durante más de diez minutos. No teníamos nada que ver. Ella vivía en su mundo y yo en el mío, pero si me sucedía algo o necesitaba cualquier cosa, era la primera en estar ahí. Eso se lo voy a agradecer eternamente.
Hubo una época en que escaseaba la ropa, y yo no sé de dónde ella sacó dinero para que su hijo, el único niño negro que había en la televisión en aquel momento, fuera a los programas bien vestido. Recuerdo que yo tenía un pantalón de muselina, otro de color beige con rayas carmelitas, unas camisas azules y unos zapatos españoles preciosos. También, mi mamá me acompañaba al teatro y me aplaudía en todo. Siempre fue muy protectora en ese sentido. Mi papá era un desastre, no forma parte de esta película.
"Cuando tenía 14 años, Mario Balmaseda me invitó a participar en la versión teatral de su película De cierta manera. Esa fue mi primera experiencia en un escenario. Resultó maravillosa porque con esa obra recibí el primer aplauso.
Al terminar la escena, la gente aplaudió y yo pensaba: `¿Qué pasa?, ¿por qué aplauden?´. No comprendía la dimensión de lo que hacíamos. Lo que yo quería era actuar. A esa edad no tenía otra pretensión. En mi casa actuaba, en la guagua si había que actuar, lo hacía también´´.
-¿Cómo surgió La Bernarda?
Con las presentaciones de la obra Fresa y Chocolate, prácticamente viví en Argentina, Chile y Uruguay, durante 14 años. Al regreso, Bárbara Rivero, que era dirigente en el Ministerio de Cultura, me hizo un contrato para presentar la puesta en escena en Cuba. Así surgió el proyecto que me permitió estar en el teatro hasta el 2018. Fuimos vanguardia por la asistencia de público, por la cantidad de dinero que se recaudó, y un buen día, el Ministerio de Cultura decidió quitar el grupo de teatro.
Ahora estoy tratando de que me aprueben un proyecto: La muerte y la doncella, de Ariel Dorfman, que presenté en el 2018. Encontrar buen material para trabajar resulta difícil, y este es un texto maravilloso. Vamos a ver si lo aprueban, voy a intentarlo.
-¿Qué le brinda la dirección teatral que no le ofrece la actuación?
No creo que vaya a hacer algo como actor que me motive. Ya eso fue. Soy una persona muy controladora, y la dirección teatral me permite tener el control de las luces, la banda sonora, el vestuario, la actuación y la puesta en escena. Encargarme de todo es una labor que me produce una enorme satisfacción. Además, tuve a Tony Díaz como maestro, no es que me compare con él, pero trabajar a su lado me brindó las bases para poder vivir de esta magnífica profesión.
-Hablemos de radio. ¿Cuánto aportó en su formación profesional, su paso por este medio?
Todo. Los actores tienen que aprender a decir bien, a utilizar el diafragma para emitir la voz, a articular si el personaje lo necesita, pero de forma esencial, a que se les entienda. En eso, Carmen Solar fue mi maestra. Ella me enseñó todo lo que conozco sobre actuación.
-¿Tiene alguna costumbre antes de salir al escenario o comenzar a grabar?
Los nervios, cuando es la primera vez. Por ejemplo, en la primera grabación de la tercera temporada del programa de televisión Todo con Tony, que llevaba nueve años sin salir al aire, cruzaba los dedos y decía: "Ay, mi madre, tiene que salir bien´´. Me reuní con las mejores personas que conozco, algunos de ellos son amigos en mi vida privada, y no podía quedar mal. Siempre está la angustia de "¿qué va a pasar?", "¿le gustará a la gente?". Pasé mucho trabajo para lograr la transmisión del programa, y esto no tiene nada que ver con Rafael Pérez Ynsua, director de Cubavisión, que me apoya todo el tiempo.
Es complicado, pensaba que ya no lo iban a sacar porque, al comienzo de la emisión, llevaba un año y medio de grabado. Si se demoraba más no tenía sentido. He aprendido a negociar y a ser diplomático, me cuesta mucho, pero logro hacerlo, porque la emoción no puede primar por encima del razonamiento cuando se trata del trabajo de uno, en especial para lograr que la otra persona te escuche. Logramos conciliar y el programa salió, sin promoción. Al día siguiente de la transmisión, la gente me decía en la calle: "Te vimos anoche", "El programa ese…, ¿qué cosa es?". Lo mismo sucedió en las redes sociales. El resultado superó mis expectativas.
-¿Disfrutaremos de una cuarta temporada de Todo con Tony?
No sé, todavía no hemos firmado un contrato. Todo depende de que haya dinero para realizar el proyecto.
-¿Es un hombre de fe?
Creo que tengo que ser un hombre de fe porque, pese a todos los obstáculos, estoy donde quiero estar y hago lo que quiero hacer. Conozco a mucha gente más talentosa que yo, que se ha quedado por el camino, que lo ha dejado por conseguir cosas materiales. Yo tengo una casa, que es lo único que mi mamá, mi padre y yo pudimos, físicamente, construir. No me falta la comida, pero si no tuviera fe en lo que hago, no sé dónde estaría. A lo mejor no estuviera vivo. La fe en lo que hago es lo que me permite levantarme todos los días a respirar, a pensar, a ver cómo me subo en un escenario y cómo hago un programa de televisión.
-Ahora le diré unas palabras. Respóndame con una frase qué significa cada una para usted:
Teatro: "Adrenalina".
Radio: "Emoción".
Cine: "Magia".
Televisión: "Que no haya tanta mediocridad".
Literatura: "Un mar de conocimiento y placer infinito".
La Habana: "La sangre para vivir, aunque sea una frase hecha".
Familia: "Mi familia está muerta. Solo tengo un hermano. Mi familia son mis amigos".
Público: "El público cubano es muy agradecido y respetuoso. El público en general ha sido muy benevolente conmigo. Agradezco mucho que no pierda la memoria".
-En su obra literaria podemos comprobar su amor por la ciudad y su interés por abordar temas relacionados con el racismo y la pobreza. ¿Cuál es su principal inspiración para reflejar esto en sus novelas?
Para ¿Mantilla?, Después de La Palma me inspiró la historia de un amigo, que murió a causa de un infarto, cuando yo estaba en Argentina. Esa novela fue mi manera de despedirme de él. Vivo en un entorno que no es intelectual y me interesa mucho reflejarlo en mis novelas porque tiene personas muy interesantes. La televisión cubana tiene un defecto, que no refleja la realidad como es. Entonces, me encargué de que los diálogos y situaciones de mi libro se parecieran a un documental o a una reproducción más exacta de la realidad.
La gente la recibió con mucho fervor. Intenté llevar la historia del libro a la televisión, pero “me batearon”, eso es normal. Nuestra televisión es muy conservadora (en el abordaje de algunos temas), y es una lástima porque la gente la ama y necesita verse reflejada, pero eso yo no lo puedo cambiar. Ya que me dejen hacer Todo con Tony es bastante. Bendita Habana, mi segunda novela, me provoca mucho orgullo porque investigué durante cinco años para escribirla, aunque con la editorial que trabajé para publicarla no funcionó muy bien.
-Actualmente disfrutamos de su personaje de Julio, en la telenovela cubana Asuntos pendientes, dirigida por Felo Ruiz y Tamara Castellanos. ¿Cómo fue el proceso de realización?
Estuve un mes grabando allí. Llevaba diez años sin filmar novelas, porque no me gustan, ya no quiero actuar en eso, pero Tamara Castellanos, que es muy importante en mi vida, me dijo que tenía un personaje para mí, y acepté. Felo también quiso que yo estuviera. Hizo una batalla campal para contratarme porque yo estoy jubilado.
La novela me permitió estar de nuevo en un espacio tan añorado por la gente. Esa posibilidad resulta importante para un artista. Fueron buenas jornadas. Casi todas mis intervenciones las dirigió Tamara. Mi personaje es muy pequeño, no tiene mucha participación, pero intenté darle la seriedad que el trabajo ameritaba, no podía quedar mal. Espero que a la gente le guste. Felo se esforzó mucho para que pudiera salir al aire.
-Anécdota de las grabaciones de Todo con Tony…
El día que Irela Bravo y yo grabamos juntos, salimos por la entrada principal del Hotel Packard. Cuando los niños que estaban en Prado la vieron se acercaron a ella a pedirle autógrafos y hacerse fotos. Yo me sentí muy orgulloso, porque ella es una persona muy modesta y tranquila, que yo quiero mucho.
Constatar ese amor que la gente le tiene fue muy lindo. Irela decía: ``Él es Tony Arroyo´´, pero en ese momento yo no salía por la televisión y el foco de atención era ella. También me marcó profundamente conversar con Frank Fernández, que es una persona grandiosa, y compartir un programa con Carlos Alfonso.
-Durante sus 53 años de carrera artística se ha mantenido vinculado a las escuelas de arte y al proceso de formación de las nuevas generaciones de actores. ¿Por qué resulta tan importante para usted mantenerse cerca de la juventud?
La juventud es el relevo, el futuro espejo donde nos miramos. Me interesa mucho que los jóvenes, más allá de lo que vayan a hacer, sean personas cultas y preparadas. Tuve la posibilidad de graduar a tres actores del ISA con mis obras, cuando tenía el grupo de teatro, porque me interesa el proceso de que la gente crezca y pueda aprender de lo que yo les pueda dar.
-Para terminar, quiero conocer un poco sobre sus gustos y preferencias
Me gustan mucho los dulces. Soy muy solitario, necesito estar tranquilo, en mi casa, solo. No tengo pareja porque la convivencia es muy difícil y a veces necesito amanecer conmigo mismo. Disfruto la soledad.
-¿Qué le gusta hacer en su tiempo libre?
Dormir. Me encanta estar acostado, escuchando Radio Enciclopedia y pensando en estructuras literarias. Ahora estoy pensando en una historia sobre un triángulo amoroso que quiero escribir para un guion. Me gusta comer, aunque quiero bajar la panza, y camino todos los días cinco kilómetros con un grupo de vecinos.
-¿Qué lo hace feliz?
Saber que mis amigos están bien, concretar proyectos de trabajo, tener sexo y conversaciones inteligentes.
-¿Cuál considera que ha sido su mayor logro?
Ser una buena persona, haber cuidado a mi mamá y a mi hermano hasta que cerraron los ojos. Creo que esa es mi mejor obra de arte. Mi mayor contribución al mundo es haber cuidado a esas personas. No tiene comparación con nada. Dejé de ser yo para ser de ellos. Por poco se me va la vida, pero ellos lo valían porque me querían mucho. Mi hermano era esquizofrénico paranoico y el único asidero que tenía era yo.
-¿Un sueño por lograr?
Dirigir una película, pero una de verdad, donde se hable como se habla en Cuba, donde se camine como se camina en Cuba y donde se piense como se piensa en Cuba. Eso es muy difícil y no sé si podré lograrlo.
Otras informaciones:
Un intetesante y bien llevado reportaje que logra que conozcamos a Tony Arrollo en sus varias dimensiones. Fuertes aplausos para Tony
Ya lo dijo: su mejor obra es ser bueno. Hace muy poco que lo conozco y hace rato que no me encontraba con un negro tan culto, ético y caballero.
Lo conocí hace poco. Hace rato que no me encontraba con un tipo tan culto, ético y caballero.
Tony Arroyo, una trayectoria única. En su vida están los grandes nombres de la radio, solo por mencionar a su maestra Carmen Solar. En el teatro su mentor y amigo Tito Junco, en el cine Octavio Cortázar un larguísimo etc. Además de ser un gran artista un hermano. Para mi, lo es.
Me he quedado maravillada con esta entrevista, admiro mucho a Tony, él es único y sus valores como ser humano son extraordinarios, gracias por haberle echo esta entrevista tan linda, muchas gracias, le merecía y ustedes también, es un honor entrevistar a un hombre de esta calidad humana.