“El arte me parece sobre todo un estado del alma”

Marc Chagall

La obra de Dayron Gallardo (La Habana, 1986) nos hipnotiza. Sus paisajes cósmicos son capaces de hacernos sentir múltiples sensaciones, aun cuando no podamos describir del todo cada elemento de la pintura. Es graduado en 2006 de la Academia de San Alejandro, cuenta con varias exposiciones personales y colectivas, y ha colaborado también en el diseño de algunas ilustraciones de libros. En relación a esto último, recibió, en 2009, el premio Especial La Rosa Blanca, de la UNEAC al mejor ilustrador del año, por el libro Peruso.

En una visita a su estudio en Mantilla, comprendemos, por la profundidad de sus palabras, que Dayron Gallardo es una extensión perfecta de su propio arte.

 ¿Cómo llegaste al paisaje?

Llegué al paisaje por una vivencia que tuve y que me marcó mucho. Nací y crecí en la ciudad, había tenido muy poco roce con el mundo natural. Siempre trabajé la figura humana, me gustaba la cultura griega. El paisaje natural me viene de referencia de colegas que si lo trabajaban, y así fue como comencé a estudiarlo con regularidad. Específicamente, el artista Maikel Sotomayor, me propone un encuentro con la naturaleza, y por primera vez en Viñales, estuve rodeado completamente de ella. Desde ese momento empezaron a aparecer formas naturales en mi pintura, hasta apoderarse por completo de mi espacio pictórico.

Aunque en tu obra hay un interés en la condición humana, ¿por qué recurres a la representación de la naturaleza?

-Lo humano está concebido desde el punto de vista del propio acto creativo, pues la obra la hace un sujeto. Esa evasión del mundo humano no significa que me pueda separar de él totalmente. Tiene que ver con la búsqueda de ese espacio de silencio, de esa otra realidad que quiero hallar fuera de este. Quizás no estoy del todo cómodo en este mundo y quiero hallar ese espacio donde sentirme tranquilo. Creo que el género del paisaje para mí fue la posibilidad de encontrarme separado, por un instante, de esa sociedad humana donde se vive mucho la apariencia, el doble sentido, un juego de máscaras constantes, y eso hace que uno se sienta perdido. Observo una planta, y no me está diciendo algo que no sea real, porque no tiene esa intención o posibilidad. Pero en mi pintura, en alguna medida, siguen existiendo elementos que recuerdan al mundo animal, vegetal y al hombre.

¿Existe una relación entre tu obra y la poesía?

Pienso que sí. Entiendo la poesía como el intento de representar el enigma a través de las metáforas. Estas, sin ser descriptivas, transmiten una realidad, una experiencia humana. Entonces la pintura, como una imagen fija, y a través de todos los elementos que la constituyen, intenta conectar con este fenómeno de la realidad. Mi obra pictórica dirige su atención hacia el enigma, el misterio, a aquello que constituye lo real. Mi motivación es hacer una creación abierta que pueda dar camino a diferentes interpretaciones. Mi arte no es un discurso definido con una intención bien estructurada desde el punto de vista racional, sino que va más dirigida hacia la intuición de un espacio, que es con lo que me interesa relacionarme. La relación con este tipo de poesía metafórica es que, lejos de una descripción literal del objeto, se trata de un espejo de la realidad.

-¿Cuál es la búsqueda o las temáticas en tu creación?

El concepto de realidad es esencial en mi obra. Me fascina el aprendizaje que tiene que ver con el hecho de crear o destruir realidades, y la pintura para mí tiene que ver con eso. Siento atracción hacia la búsqueda de la respuesta a los conceptos de vida, realidad, misterio. Esto me permite establecer relaciones con los seres humamos, con mi mundo interno, que está en un constante fluir. La pintura es una expresión también dentro de tu mundo interno como ser vivo.

¿Te consideras un artista abstracto?

Cuando hablo de la abstracción hay una interpretación como resultado visual que viene desde la historia del arte. Sin embargo, este concepto tiene una noción desde el punto de vista de la filosofía, desde los procesos de pensamiento, y con realidades que son incógnitas y desconocidas. Entiendo que mi pintura, desde el punto de vista formal, se acerca a la abstracción, pero no lo tomo así, pues para mí lo que existe es la realidad o una desrealidad. Me considero un pintor realista pues intento entender esos principios de la creación de realidades. Mi arte tiene que ver con procesos existenciales y mentales, intuiciones, sensaciones, nociones, que trascienden lo visual y la técnica.  

En una ocasión mencionaste el concepto de abstracción orgánica, explícanos un poco de esta definición en tu obra

Abstracción como un proceso mental, y orgánica porque la línea recta en el horizonte no existe, es una ilusión. En la naturaleza hay siempre la línea curva, volúmenes. En mi obra represento formas que no son reconocibles en el mundo humano, pero son elementos que se pueden interpretar como una abstracción orgánica. Es un concepto que expresa una estructura que le da base a la vida.

¿Cuál es el vínculo de tu obra y la música?

Es especial. Un sonido fue lo primero que existió, es el origen del universo. El sonido me da la oportunidad de mantener en mi mente esa vibración donde me siento tranquilo, y eso es lo que quiero representar. Ese espacio en mi interior en el cual quiero vivir, lo reafirmo con la música. Si pinto sin sonido, vienen a mi mente una serie de imágenes y experiencias que están vinculadas al mundo humano, al dolor, sufrimiento, al deseo, y que me sacan de esa tranquilidad. De alguna manera, la pintura es una autoayuda, para aspirar a tener cierto control sobre mí. La música me ayuda mucho en ese sentido, al ser la más inmaterial de las manifestaciones, me da un lugar que es el que quiero pintar.

Uso un sonido que descubrí en un videojuego, y describe un misterio, algo mágico que aparece.

From the series Far Horizons. Foto: Cortesía del artista
From the series Far Horizons. Foto: Cortesía del artista
Foto: Cortesía del artista

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