Daniela reaparece en un set con el letrero Cenesex detrás, en una especie de recurso de escenografía y utilería para lanzar la “artillería pesada” que ponga a flote el final de la serie en un onceno capítulo que denota la retrospectiva de un naufragio en cuanto al propósito que persigue esta historia.
La protagonista enuncia un discurso, a través del cual pretende convencer al telespectador de su toma de conciencia (relación daño-consecuencia) con un discurso retórico desprovisto de credibilidad con respecto al tema mal contado desde el principio: las consecuencias negativas que implica ser víctima de acoso o bulling en las redes sociales del ciberespacio.
Como si fuera poco, ya hemos visto el intento de dramatizar el afluente que conduce a su relación con Riqui, su ayudante, además de la salida casi de dibujos animados mediante la cual los ninjas dejan de “perseguir” a un personaje secundario (hermano de Riqui) incapaz de evolucionar más allá de los saltos y transferencias de escenas propias de los mangas; mientras la subtrama que enlaza con los padres de la protagonista flota como un globo sobre el oceáno.
El llamado “profeta”, un remedo de músico de incierta fama, que tampoco logra visualizarse por más que intente hacer creer que existe para los espectadores.
Finalmente casi todos reunidos, físicamente en la pantalla y lejos de sus relaciones virtuales, en un almacén –como en las películas norteamericanas- no aportan siquiera la carga dramática que se precisa para mover las propelas hacia un puerto final creíble.
Incluso lanzaron por la borda la más o menos lograda capacidad de actuación de las jóvenes figuras en una escena de gritos de los personajes encerrados en la bodega de este capítulo a punto de irse a pique.
En medio de la tormenta, en la cual se perdieron guionistas y realizadores de la serie, el padre de Daniela, llega a tiempo para reiterar la tesis de alejar a su hija de cualquier tipo de venganza.
Inentendible, el verdadero profeta, el artista barrido por el alcohol, irrumpe en un concierto del llamado profeta y nada para este personaje será como se intentó al principio. Tal parece que la serie estaba prevista a no dejar rastros después de la botadura del primer capítulo, incluso ninguna de sus piezas quedó íntegra sobre lo que pudo ser una historia contada sobre una ruta polémica y novedosa, pero realmente provechosa.
Aseguré que de las actuaciones hablaría después del final de la serie, pero eso resultaría contar una buena historia de actores y actrices consagrados y noveles que hicieron todo lo posible como tripulantes de Primer grado.
Ver además:
Un arroz con mango mal cocinado! Pena el derroche de recursos!
Bueno, con esta crítica realizada no hay ni que decir, aunque si me lleve el mensaje que creo se quizo trasmitir, creo que con un solo capítulo se hubiera resumido toda la serie, en mi opinión me recordó los culebrones turcos que duran infinitos capítulos para terminar siempre en lo que todos conocemos, pienso que el gran Rudy tendrá otra oportunidad de afinar la puntería para el "segundo grado"
En cada capítulo me esforcé por entender los entresijos de la trama. Traté de comprender el proceder de Daniela sin acabar de entender su venganza a ultranza. Jóvenes actores que se desempeñaron con esmero en conflictos que quedaron a medio resolver. Y ese final...ese almacén, ese reencuentro...sin palabras
No me gustó nada...y mucho menos la aparición del letrerito del cenesex....
Es la primera serie de Rudy Mora que no me gusta. Siempre ha dado en el clavo con todo lo que hace, pero está a mi gusto no lo logró.