Las consecuencias de la realidad virtual tienen impacto sobre nuestras vidas terrenales, especialmente una vez creada la imparable bola de nieve devenida en avalancha bajo la cual pueden resultar heridos e incluso llevados al borde de la desesperación –con fatales derivaciones- las víctimas de las redes sociales.
Como sucede con los personajes principales de los comics y las series interminables, los guionistas de Primer grado, se las ingeniaron para dotar a Daniela de un “inocente” Robín, por ejemplo, que la secunda en sus maléficos artilugios, aun cuando este, llamado Riqui, tiene valores exponenciales que le permiten hacer frente en su intento por corregir los malos pasos de su hermano menor, a quien desde el primer capítulo, persiguen los “ninjas”, que se autodenominan kamikazes, bajo la influencia audiovisual de las historietas mangas (japonesas).
Esta novena puesta resulta más consecuente con la historia que los entrelaza para defender una tesis: el peligro que acecha desde las redes de la Internet, especialmente entre los jóvenes.
Daniela, la protagonista, prepara su nuevo golpe, esta vez contra un joven vecino tan solo porque este le recuerda haberla visto en la foto que desató su venganza y lo implica en su “juego” para destruir las vidas de aquellas condiscípulas que sustrajeron su celular roto, al principio de la serie, y corrieron su imagen de un desnudo artístico por el ciberespacio.
Su desafío lleva un nombre: juego de roles, a través de la violencia física que logra disfrutar desde un lugar privilegiado en las escenas que podemos ver y donde solo nosotros los telespectadores y Daniela podemos ver. Por supuesto, este es un detalle donde los realizadores utilizan un recurso válido: la complicidad del televidente con una narración basada en los recursos de la libertad ofrecida por la ficción.
Dos dimensiones se interponen para continuar el hilo dramático de la serie: la virtual y la realidad. Esta vez coloca un punto más a su maquiavélica intención de llevar, incluso, a un delito mayor que se agrava con la invasión del domicilio de la primera victimaria de Daniela, a través del robo con fuerza sobre las personas y las cosas, además de llevarlo a la venta del objeto robado.
“Muchas de las equivocaciones surgen porque en vez de pensar hacemos lo que sentimos”, es la frase en off de Daniela que derrumba cualquier pensamiento filosófico desde antes de Aristóteles, Maquiavelo, hasta la fecha. Tal sentencia justifica lo que sucede cuando el vecino al cual manipula concilia su deleznable actitud al descubrir su vocación de fotógrafo y abre un pequeño estudio bajo el nombre de Lachi.
En su juego de roles, Daniela logra exponer a la causante de sus desdichas y la “desnuda” frente a todos sus compañeros de la Universidad tecnológica en la cual estudian y a la que Daniela regresa gracias a la persistencia de sus profesores. Un reencuentro en el que se pretende dejar el sabor de una pesadilla interminable donde aún permanece aislada dentro de la realidad. Por supuesto, un noveno capítulo mucho más logrado desde la realización hasta las actuaciones de las cuales haremos referencia al final de la serie.
Ver además: