Un punto de giro coloca un nuevo tema en relación con las influencias de las redes sociales en nuestros asuntos cotidianos: las relaciones interpersonales virtuales trascienden a un primer plano y nos en una disyuntiva ceder o avanzar al próximo nivel del problema que enfrentamos.

Una adolescente, estudiante de nivel medio de la enseñanza artística enfrenta los problemas que se generan de una infancia traumatizada por la separación de sus padres y las consecuencias de convivir con uno de ellos, alcohólico, el luto inconcluso de un hermano fallecido, además de las consecuencias de los peligros que entraña el desconocido que introdujo en su casa para ganar en un reality show, desata los conflictos relacionados con la necesidad de buscar una salida a su incipiente vida, lejos de ejemplos positivos y signados por un camino más corto para trascender de lo mediático a lo público.

La protagonista de la subtrama carga sobre sí, los designios de una influencer: protagonista de los dos primeros capítulos de la serie que desata sus infiernos sobre la vida de quienes sucumben a sus propósitos de manejar otras vidas.

Rudy Mora, director y guionista apuesta por dejar un hilo conductor de suspense entre capítulos, a través de la expectativas condionadas en los telespectadores,sin dejar a un lado el riguroso trabajo de recrear el ambiente de cada escena y la entrega de sus personajes actores.

Precisamente de las actuaciones haremos referencia en el próximo capítulo, el cuarto o tal vez deberíamos abordar este detalle (hasta el momento muy buen proceso actoral) que resulta secundario cuando se cuentan buenas historias que sacan a luz temores y vivencias compartidos.

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