En esta celebración que está siendo el festival Habana Clásica, Tribuna de La Habana se acercó a la obra y proyección de uno de los directores de orquesta que Marcos Madrigal, director artístico del evento, ha invitado a nuestra isla, para beber de otras fuentes, deleitarnos y enamorarnos más de la música clásica.

Emanuele Quaranta es un joven músico de 33 años, trombonista graduado en 2009 en el Conservatorio Luca Marenzio, de Brescia. Es además un apasionado de la música y de la dirección orquestal, en la cual comienza sus estudios en 2018 en la Accademia Musicale Pescarese, dirigida por el maestro Donato Renzetti.

Como parte del festival habanero, Quaranta ha fungido como maestro y director de la Orquesta Juvenil del Conservatorio Amadeo Roldán. Juntos han traído a la Sala Ignacio Cervantes, una interpretación que ha sido brillante: las obras Obertura de la Ópera La Forza del Destino, de Giuseppe Verdi (1813-1901); Triple Concerto en Do mayor op. 56 para violín, violonchelo, piano y orquesta sinfónica, de Ludwig van Beethoven (1770-1827); y Obertura-Fantasía Romeo e Giulietta, de Pyotr Ilych Tchaikovsky (1840-1893). Sobre su formación, la experiencia en cada ensayo y de su visita por primera vez a Cuba, nos comentó:

Emanuele Quaranta, director de orquesta invitado al Festival Habana Clásica. Foto: Cortesía del programa del evento

-Hablanos un poco sobre tu formación.

-Nací en la India, increíblemente, pues mis padres eran misioneros. Estuve viviendo allá 5 años. Realmente no recuerdo cuándo específicamente llegue a Italia porque era muy pequeño. He comenzado muy tarde en el mundo de la música, pues jugaba fútbol que era lo que adoraba, pero por problemas en el corazón no pude continuar. Esto me entristeció mucho y, gracias a mi hermano mayor, comencé a visitar los conciertos de bandas de mi región, al norte de Italia. Un día me llevé mi instrumento y comencé a tocar en casa solo lo que provocó que aumentara mi pasión. Pasado más o menos un año, comencé a estudiar trombón en el Conservatorio. Lo terminé en menos tiempo del previsto y luego fui a París, donde toqué con orquestas juveniles. Este fue mi inicio musical.

-¿Cuándo decides que querías ser director de orquesta?

-Pienso que la música es más que mi instrumento, porque el trombón no lo toco siempre. Fui el fundador y director de un cuarteto de trombones que ha sonado en todo el mundo. Me gusta esta función, pero me dije que si no dirigía una orquesta en ese momento, no lo haría nunca. Me inscribí entonces en la escuela del maestro Donato Renzetti, “el maestro de maestro”. Luego de un año y medio con este profesor, me convertí en su asistente en diversas producciones teatrales. Así he empezado. Luego vino la COVID-19, y se paró todo, justo cuando estaba comenzando. Posteriormente, conocí al director de orquesta Sesto Quatrini y desde hace más de un año trabajo de asistente con él. Ahora toco menos el trombón y trabajo más como director. Estar en Cuba es un momento importante para mí, precisamente, por mi ejecución como director.

-¿En esta primera vez en Cuba, qué es lo que más te ha impresionado?

-Me gustan mucho los colores fuertes, porque así es como percibo las emociones. Además los contrastes, la cultura, la historia, las personas, la espontaneidad, la comida criolla, los músicos en la calle que son fantásticos. Todo esto falta en otros países, sobre todo, los colores fuertes. Es maravilloso poder caminar por las plazas de La Habana tranquilamente sin estar presionado por el tiempo.

Me han impresionado mucho las personas, porque con cualquier cubano, no importa el oficio o profesión que tenga, puedo hablar de música. Esto es increíble, porque hay países desarrollados en los que no puedes hablar de este tema con muchas personas. He estado en muchas partes del mundo, y nunca he visto algo como esto. Asimismo, hay una cultura y tradición musical, increíbles. Las voces que he escuchado, me han puesto la piel de gallina. También es maravilloso hablar con los jóvenes de música clásica. Tienen un deseo y pasión y siento que debo ayudarlos con esa pasión.

-Háblanos un poco del trabajo de un director de orquesta.

-Ser director es muy difícil porque no solo es la música, sino una armonía social. Tienes que lidiar con el carácter de cada cual y lograr trabajar juntos. A cada persona, por ejemplo, hay que hablarle diferente, porque son diferentes. El gesto de un director de orquesta es lo más cercano posible a la idea musical que quieres dar. No solo es marcar el tiempo, busco hacer un gesto expresivo. La intensidad de este es para darle a los muchachos la idea de cómo es la imagen de la música. Guías a la orquesta, pero tienes que proyectar, también, pasión y estilo. Que comprendan que lo que estamos haciendo es justo y aconsejarles cuando cambiar alguna. También hay que darse cuenta rápido si hay una sección dentro de la orquesta con dificultad y determinar dónde está el problema y cómo poder ajustarlo. Además para mí es importante el fuego en la música, que se cuente una historia. No se trata de una técnica perfecta, sino de que golpee a cada persona de manera diferente, aunque todos estén escuchando lo mismo. Esta es la magia de la música.

-¿Cómo ha sido la experiencia de dirigir la Orquesta Juvenil del Conservatorio Amadeo Roldán?

- Ha sido fuerte por varios motivos, son jóvenes que quieren aprender un programa dificilísimo, porque Verdi, Beethoven y Tchaikovsky es un nivel muy profesional. Los muchachos están preparados, pero cuando comenzaron, no tenían idea de cómo iba a sonar esta música. Fueron complicados los horarios, porque a veces coincidían con los exámenes de los estudiantes. Para todos fue una experiencia nueva, y en cierto sentido, hemos empezado de cero. Soy además muy exigente, porque el director viene con una idea y tiene que hacer que toda la orquesta, la entienda. Es un juego de confiar, un procedimiento de encontrar el modo de que todos sigan mi idea y no es solo seguir la parte técnica, en este caso Beethoven que es muy difícil, sino también de que todos comprendan y crean en esta idea.

Pero estos jóvenes me han conquistado el corazón. Soy exigente, porque mi trabajo es como un entrenador de un gimnasio: dale que tú puedes, pero debo decir que dentro de mí, me han conquistado. Ellos son especiales. Espero dejarles: energía, amor por la música y la responsabilidad por ella, y también el hecho de no conformarse con estar allí. Deben querer más, deben llegar a un momento de decir: wao, mira todo lo que he hecho. Al final mi trabajo es esto: día a día debo hacerlo paso a paso. Y cuando mire hacia atrás poder decir que he logrado grandes cosas.

-Entonces, ¿cómo puedes definir esta experiencia?

- Genial, todo es genial, incluso los imprevistos. Vivo intensamente, y estoy enamorado de Cuba.

Tribuna de La Habana también en la visita a los ensayos, conversó con dos de los jóvenes músicos del conservatorio y sobre la experiencia de trabajar con Emanuele Quaranta.

Laura Domínguez López, tiene 17 años y toca el violonchelo en la orquesta desde hace más de un año. Ella nos comenta que:

“Para mí ha sido una experiencia maravillosa. Me ha encantado trabajar con él. Fundamentalmente, porque es una persona muy alegre, que trasmite energía positiva. Cuando se comete un error o algo no sale como él quiere, sabe explicarnos muy bien cómo debería quedar, y lo volvemos a hacer hasta que salga bien. Ese tipo de trato, para mí, da un buen resultado, porque trabajamos sin presión, con comodidad, y eso es muy bueno para los músicos. Nosotros debemos siempre sentirnos bien, porque eso es lo que trasmitimos cuando tocamos, y si todo tiene esa energía buena, entonces todo sale bien.

Por su parte, Brayan Anthony Martìnez Espinosa, 16 años, segundo trombón en la Orquesta Sinfónica del Conservatorio Amadeo Roldán, nos cuenta su experiencia:

“Mi experiencia trabajando con Emanuele ha sido muy satisfactoria porque he aprendido muchas cosas nuevas y adquirido más experiencia del trabajo en conjunto, y más en una sinfónica que requiere mucha coordinación entre todos los instrumentistas. Gracias a su exigencia y la gran experiencia que tiene, a pesar de ser joven, he adquirido muchas habilidades nuevas.

Laura Domínguez López, violonchelista de la Orquesta Juvenil del Conservatorio Amadeo Roldán Foto: Nathalie Mesa Sánchez
Brayan Anthony Martínez, segundo trombonista de la Orquesta Juvenil del Conservatorio Amadeo Roldán. Foto: Nathalie Mesa Sánchez

Otras informaciones:

Artes escénicas: Un actor fiel a sus raíces