Una vez más llegó a La Habana Teatro El Portazo, ahora con la puesta No puedo, tengo ensayo. Un texto que
se presenta como una comedia de enredos pero que en esta versión del original Todos los hombres son iguales nos lleva en un viaje al futuro. Y es así porque la obra reproduce a través de una bachata de la semántica y la simbología cultural contemporánea el contexto actual. Traduce microhistorias,
vivencias, frases, personajes y funciones sociales dentro de las circunstancias que propone la trama.

El elenco canta, baila, atiende las mesas y guían al público a través de una experiencia espectacular. Rescatan el espíritu de “la luchita”, renovado en aquellas formas que importamos de contextos foráneos y hoy no son extrañas, porque los actores tienen que ganarse también la vida. A golpe de histrionismo y carisma hilarante dibujan las situaciones y se pasan cada rol o personaje. Teatro El Portazo invoca,
acaricia y golpea con su narrativa directa que invita al goce visual y sonoro cargado de referentes culturales contemporáneos.

La puesta se vale de recursos del cabaré, el audiovisual, el burlesque, etc., para cronicar nuestro tiempo.
De pronto asaltan la escena las princesas de Disney encabezadas por el ratón Mickey o son poseídas por los hábitos de monjas, todo para aclarar las verdaderas circunstancias. No puedo, tengo ensayo habla de todo lo que te puede interesar ahora mismo, pero sin juicios morales, por el contrario, su poética es desfachatada y llena de frescura, pero sin caer en la banalidad. 

Una vez más Pedro Franco, director de este carnaval teatral, se renueva encima de las tablas y nos propone su alocada visión creativa

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