El regreso a las tablas cubanas de expresiones donde el teatro, la música y la danza se mezclan resulta una
fiesta para los amantes de estos géneros. El fin de semana del 25 al 27 de febrero llegó al Teatro Nacional de Cuba con la zarzuela Santa Camila de La Habana Vieja; una versión del texto original de José Ramón Brene con el que estremecieron la escena nacional actrices como Verónica Lynn o Luisa María Jiménez.
Ante tales referentes, el listón se pone demasiado alto para quienes acepten el difícil reto de arropar el espíritu con la piel de Camila. Entonces surge la necesidad de afinar cada detalle para honrar como se debe una de las piezas cumbres del teatro cubano, que esta vez se quedó en las buenas intenciones.
Podríamos hablar en gran medida de la visualidad, desde el atropellado diseño del programa hasta el vestuario y escenografía que carecían de la necesaria curaduría, trabajo con los colores, texturas, quedándose en el mero estereotipo.
Un mérito importante en esta ocasión va para la música de Eralys Fernández, llevada a término por la Orquesta del Instituto Cubano de Radio y Televisión –icrt– bajo la dirección de Miguel Patterson. Las composiciones realizadas originalmente para esta puesta resaltan por su belleza, integración de sonoridades y caracterización ante cada momento. Ahora bien, al mezclarse la banda con las voces de los intérpretes,
se opacaron casi por completo estos últimos. Jugó una mala pasada la colocación e instalación de micrófonos y equipos de sonido y quedaron poco nítidas las partes cantadas por lo que resulta imposible medir la interpretación o histrionismo de los cantantes.

Pasemos entonces a los personajes principales que tambaleaban entre la comicidad y el esfuerzo máximo del elenco, necesitado sin duda de entrenamiento actoral profundo, trabajo en cada circunstancia y una rigurosa dirección de actores. Así los roles corales perecieron intentando en lo burlesco, por lo que se perdieron magníficas oportunidades ante la falta de preparación, incluso de bailar con propiedad una rumba. La zarzuela como género tiene entre sus recursos ser reflejo de las costumbres, cultura y folclor. Quizá esta nueva versión en dicha búsqueda se deslizó en demasía por la sátira y caricaturización
de estampas religiosas y personajes populares.
La puesta sufre ante caracterizaciones cubiertas de manierismos y gesticulación sin relleno emocional y psicológico para un texto extremadamente complejo; fórmula que desde luego saca la risa fácil del público, pero necesitamos ir más allá en la complejidad y seriedad del humor que impregnó Brene en cada diálogo.
Santa Camila de La Habana Vieja retrata un momento de nuestra historia abundante en costumbres y expresividad riquísimas de donde beber cuando construimos la escena.
La clave está en la rigurosidad, el asesoramiento y el ensayo de coreografías y caracterización de personajes para que las nuevas generaciones disfruten a plenitud de esta magnífica obra.
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Estimado periodista: mediante su apoyo deseo llegue mi inquietud al organismo correspondiente. Es una verdadera proeza laboral, la que está haciendo Odalys Torres (hace más de 4-5 meses), directora de Al Mediodía y en muchísimas ocasiones del NTV estelar y del domingo, cuando lleva al programa personalidades y artistas con familiares, con amigos, hasta residentes en el extranjero (virtual). Es una verdadera proeza en estos tiempos de pandemia lograr el éxito que en el público a alcanzado el programa Al Mediodía, que debe ser reconocido.