Nada de medias tintas: desde los años 80 del pasado siglo, hasta la fecha, las Aventuras cubanas en televisión tocaron los justos extremos que conectan la estrepitosa gloria con el más desasosegante despeñadero. El mismo que deja a las audiencias fieles al espacio cuestionándose hasta el infinito y con cándida perplejidad lo que nadie parece en este instante poder responder: ¿adónde fueron a parar?
Pecaríamos de injustos, no obstante, si avaláramos la propuesta apenas en base a su capacidad para estar presente durante la primera mitad de ese ciclo en su horario de lucimiento, sin interrupciones.
También los creadores en la etapa supieron explorar temáticas más arriesgadas que llevaron a las Aventuras en pos, si no de la pulcritud estética, al menos de cierta voluntad de renovación y búsquedas expresivas hasta aproximadamente mediados de los 90.
Tal cual ocurrió antes, la sensibilidad epocal también supo rozar al espacio, para nada ajeno ni impermeable -como ningún producto artístico-, a los vaivenes de su contexto.
Para la fecha ya se mostraban asentados algunos tópicos: las adaptaciones literarias de corte "caballeresco europeo", la mirada a la Historia de Cuba desde una perspectiva crítica, la recreación de la vida rural y de las tradiciones nacionales desde un matiz semi nostálgico, y al entorno natural como garante de la travesía juvenil de exploración y crecimiento.
Todas continuaron reiterándose con resultados irregulares, solo que debieron coexistir entonces con el mucho más contemporáneo juego de mixturas entre herramientas narrativas; realizaciones puntuales que exhibieron dosis bastante más elevadas de elaboración en sus contenidos.
Por citar solo algunas transgresiones que pendularon entre cierta ingenuidad de la puesta y osadía de sus presupuestos:
La cueva de los misterios (Eduardo Macías, 1986), se aventuró a mezclar dimensiones desemejantes de lo real, bajo la coartada de los fantásticos viajes en el tiempo, explorando las contradicciones del proceso de la conquista española y reciclando hasta mitos aborígenes bien enraizados en el imaginario nacional, como el del indio Baconao. Mientras, Hermanos (Eduardo Macías, 1988) -cuya trama recreaba un entorno rural pre revolucionario, con reminiscencias de un western "aplatanado"- se convirtió en el clásico que es tras su acertado trabajo de elaboración dramática, a partir del desarrollo de muy complejos personajes, más que todo por esa dupla protagónica en pugna que buscaba la venganza ante el ultraje a la figura paterna desde intereses, ideologías y postulados éticos irreconciliables.
Otros representantes dignos, ya incluso adentrándonos en "los años difíciles", podrían constituir Los Papaloteros (Eduardo Macías, 1991), que evocó la crudeza del pasado republicano desde una perspectiva que coqueteaba con el legado neorrealista -bastante atípico para el programa juvenil-, o Shiralad (José Luis Jiménez, 1993), esta última, quizá la más alta nota estética que conocieron las Aventuras hasta este instante en la televisión cubana, dado un criterio de producción cuasi cinematográfico y una anécdota que volvía a mezclar mundos dispares, géneros como la ciencia ficción y la aventura heroica, por no hablar de su frontal deconstrucción de la propia mitología del héroe clásico.
Adaptaciones mucho menos epidérmicas que las de antaño, al nivel de El tigre (Willy Franco, 1993) -excelente traslación a la TV de la novela El tigre en la vitrina, de Alki Zei, sobre la escalada fascista en la Grecia de principios del siglo XX-, o Blanco y negro NO (Charlie Medina, 1994) donde las Aventuras demostraron que podían abordar también la contemporaneidad desde una perspectiva descarnadamente crítica, fueron cerrando con broche de oro el periodo.
De ese momento al día actual solo han restado intentos, más o menos acertados, por revitalizar al género, los cuales fueron menguando hasta su desaparición absoluta.
Concluir que a la institución televisiva le resulta indiferente la vertiente sería cuando menos irresponsable. Las estrategias de recuperación de las Aventuras no cesaron en las últimas tres décadas: el retorno a la factura clase A y a la narrativa de alta densidad conceptual (El elegido del tiempo), el reciclaje del espíritu y las temáticas fundacionales con anclaje en la herencia radiofónica (Los tres Villalobos), la aventura clásica de reconstrucción epocal (El medallón, El príncipe de los zorros, El caballero del rey), la revalidación del mito del héroe justiciero (La leyenda del rayo), el montaje irreverente de géneros con ínfulas de posmodernidad (El guardián de la piedra), la evocación romántica de las gestas independentistas cubanas (Memorias de un abuelo), apenas algunas de las tantas que sobresalieron por sus buenas intenciones, aunque con resultados medianos, carentes de inspiración la mayor de las veces, quizá por esa obsesión exacta de mirar demasiado hacia las exitosas fórmulas del pasado y no a su tiempo, como sí hicieron las antecesoras.
Tampoco la táctica de la reposición ha podido salvar el vacío de los últimos años, dado el peliagudo asunto, también, de la conservación precaria de nuestro patrimonio audiovisual.
Posiblemente el intento más loable y original en esta reciente etapa haya sido el seguido por Roly Peña con Coco verde y Enigma de un verano, que además de entroncar más eficientemente con los postulados tradicionales del género, dispensó para este valiosas líneas de divulgación de la cultura ambientalista y ecológica, hasta cierto punto inéditas.
La COVID-19, el desinterés de los jóvenes egresados de las academias de medios audiovisuales por la temática, y la crisis económica que golpea como a ninguna a esta vertiente demandante de recursos y producciones aparatosas - entre otros factores-, han puesto a las Aventuras en jaque.
Su impacto social y cultural, su capacidad para diseccionar nuestro ayer y hoy incisivamente, divulgar y fomentar valores en el sector juvenil que tanto los necesita, representan el argumento perfecto para impedir que permanezcan apenas prisioneras de la evocación y la añoranza, agonizantes en los laberintos de la memoria. La demanda de su retorno en este instante resulta absolutamente ineludible.
Otras informaciones:
Saludos. En efecto, el espacio Aventuras es uno de los más demandados, y quizás algo incomprensible para las nuevas generaciones. Hermanos, papaloteros, pequeños campeones, blanco y negro NO, 1958 como un sol de fuego, aún resuenan en nuestra mente como si fueran de ayer. También hicieron una versión del Rey de la Montaña. Y una aventura que no recuerdo su nombre, que era como una ficción, y aparecían una especie de indios llamados Yackos, creo. Y hablar de La Atenea está en San Miguel, que por su construcción y puesta , siempre pensé que la habían dividido en "temporadas", en un antes y un después en cada aventura de esos jóvenes según los conflictos y los enemigos de turno. Recordar también aquel espacio de Había una vez, algo nuestro para acercarnos a esos cuentos infantiles. Y me parece que también tocaron temas históricos en algunas aventuras acerca de los mercenarios que entraban a nuestro país como team de infiltración y la lucha contra ellos. Y a veces también he pensado en El Tigre, uno la vio de joven o niño y no se fija mucho pero es verdad que era un tema más internacional, como se menciona en el escrito. Y los martes y jueves las propuestas internacionales también nos deleitaban. Robin hood, el zorro, rintintin, Guillermo Tell, entre otros.
Saludos. Gracias por ofrecer sus impresiones. Casi todas esas obras son recordadas con cariño. Distaron la mayor de las veces de ser perfectas, pero llenaron nuestra infancia, formaron nuestros valores, desarrollaron nuestra imaginación. El tiempo también nos hace evocar aquellas producciones más desde la nostalgia que desde la distancia crítica. Lo aclaramos en los trabajos publicados. Y es algo totalmente válido. Además del impacto en el público, también está su efecto en quienes las hicieron, seguramente mucho mayor. En quienes se desarrollaron como realizadores usando este espacio de trampolín. Me pregunto si Eduardo Macías hubiera llegado tan maduro a Pasión y Prejuicio, de no haber hecho antes Hermanos, Los papaloteros... Y como él, tantos. Más o menos perfectas, las Aventuras también fueron un laboratorio, una oportunidad para crear y por ello deberían volver; muy de seguro lo harán. Feliz jornada.
Saludos. Gracias. Agregar, que a pesar de ser nuestro pasatiempo nacional, creo que no se le ha dado un tratamiento adecuado al béisbol en audiovisuales, más allá de los campeones y aquel animado del del béisbol que combinaban un juego infantil con los dibujos animados hablando del tema, algo muy cómico. Quizás me equivoque, pero creo que no tanto. Y en un aparte, señalar que aquel muñe del profesor y la bicicleta, todo un clásico para reír y aprender, creo que está "perdido", y es una lástima, los otros si los he visto, el del reloj y el de aerodinámica.
Con las aventuras hay desprecio. Hasta las retransmisiones son un dolor de cabeza ( Memorias de un abuelo) Lo mismo sale a las 5 que a las 5 y 30 que a las 6.00 porque la subordinan a la extension de la Mesa Redonda y por demas lunes y viernes nada mas. Sin embargo las series extrangeras ( C.Educativo 7.30) nunca tienen problemas y se transmiten de lunes a viernes. Por que la TV no invierte estos espacios para que las aventuras cubanas aunque sean reprisse esten en su horario,dias y frecuencia de siempre ?. Esto.lo hemos planteado en Atencion a la poblacion de la tv cubana,pero por gusto. Gracias por la atencion
Gracias por comentar. No creo que esos ajustes de la programación partan de una voluntad directa de sabotear al espacio. Responden a otras causas, aunque sí ha sido mirado un poco de soslayo el género por algunos sectores, por sus manquedades que tampoco le han faltado. Coincido, eso sí, en que debería regresar como terreno para la creación artística en todas sus facetas y por el objetivo que cumplía de fomentar valores y divulgar la cultura en sectores sociales muy precisos, que hoy deben llenar esos vacíos con una programación foránea no siempre acertada, ni bien elegida. Creo que una política de retransmisión hecha con mayor ahínco, pudiera ser provechosa. Deben quedar materiales aún disponibles. Hay que desempolvar los archivos, pero sobre todo retomar, en cuanto las condiciones lo permitan, la producción de nuevas y sugerentes obras.
Como maestra considero que este espacio además de entretener de forma sana, tan necesario en los tiempos actuales, también aportaba cultura, conocimiento de obras literarias y contenidos históricos tan importantes para una educación integral de niños y jóvenes, además del disfrute de toda la familia.
Totalmente de acuerdo. Gracias por dejar sus impresiones. No fueron pocos quienes llegaron a valiosas obras literarias, incluso se iniciaron en el mundo de la lectura, a través del espacio. Esperemos retorne y con igual voluntad de tributar al desarrollo cultural y el esparcimiento sano, como usted plantea. Saludos y feliz domingo.
Maravillosa aventuras , creo que la última fue Adrenalina 360 muy buena también
Saludos.Hace mucho tiempo q los q vivimos nuestra adolescencia y juventud entre los 70 y 80,nos cuestionamos las causas por lo q el espacio d "aventuras" y telenovelas en nuestro país han involucionado tanto,se supone q para entonces la tecnología y otros aspectos importantes para la puesta en escena eran más precarios,recordamos aquellas puestas como " los comandos del silencio" d tema contemporáneo o aquellas aventuras d los clásicos d capa y espada "El conde de montecristo" en las telenovelas daba gusto los clásicos d la literatura universal," el alma encantada" el Rojo y el negro " por citar algunas , qué ha pasado, las telenovelas cubanas alternaban con los clásicos y....llegaron los culebrones brasileños y d otras televisiones de las cuales no estoy en contra han pasado algunas buenas otras,,,en fin habrá q retomar este buen gusto q había en la TV cubana cuando éramos mucho más pobres y casi no habían televisores en los barrios.